Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

El día de la impotencia

LA aparición del cadáver de la pequeña Mari Luz ayer tarde es el golpe seco en la conciencia de Huelva que muchos temíamos y que vine a situarnos ante el vértigo de la impotencia. Cuando el destino se ceba con una niña indefensa con tamaña crueldad cada cual suele agarrarse al palo mayor de su barca vital, ya sea la religión ya la convicción de que el destino responde a veces a las reglas del absurdo.

Mari Luz se había convertido a lo largo de casi dos meses en una parte de todos nosotros y había estrechado los lazos entre miles de onubenses en los que palpitaba la llama débil de una luz que nadie quería ver apagada. Día a día, entre todos procuramos que su recuerdo no se desvaneciera en el infalible transcurrir del tiempo, y juntos todos acompañamos a sus padres y quisimos estar atentos para responder al anhelo de quienes sabían que mientras hubiera esperanza podría haber vida.

Fue y es aún una convivencia colectiva que dice mucho de ese inmenso sentir que tiene Huelva en momentos de especial dificultad. Sin distinción de credos ni ideologías, clases sociales o niveles culturales, hay momentos en que las comunidades se agarran entre sí mano a mano temiendo un golpe del destino que burla a la razón.

De todo este largo proceso en el que temimos lo peor y cada día quisimos levantarnos encontrando un vestigio de esperanza, el mejor homenaje que le podemos hacer al recuerdo de la pequeña Mari Luz es mantener intacto el afán en la lucha por salvar del destino absurdo a nuestros semejantes. Ella, que siempre estará en nuestro recuerdo, sabrá apreciarlo desde el lugar en el que se encuentre.

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