Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

El debate que cada cual se inventa

NOS pasamos la vida pidiendo debates en televisión como exponente máximo de la democracia en campaña y al final si nos descuidamos estamos a punto de quemar el invento. Al segundo debate entre los dos grandes líderes, la gente ya empieza a mostrar síntomas de cansancio. Un tercer debate no habría quien lo aguantara. Unos quieren más sangre, otros se echan al cuello del adversario de su líder, y los demás intentan montar un debate que no existió para matar electoralmente al adversario de su candidato, aunque sea virtualmente.

La causa del riesgo de quemar tan pronto el debate como fórmula está posiblemente en nuestra cultura futbolística. La inmensa legión de paisanos de este país está acostumbrada a ver los debates en clave futbolística, es decir, que gane el mío sea como sea, y si no, le echo la culpa al árbitro, pero como el árbitro no existe porque la forma está pactada, pues cambio el debate virtualmente hasta que sea algo distinto al que se ha visto, con la intención de que gane mi equipo, mi partido, mi candidato.

Y así resulta que al final nos encontramos a media España, es decir, la que ha visto la tele, hablando sobre un debate que no ha existido, que nada tiene que ver con el que se ha producido, y que responde al que cada cual se quiere inventar según le interese para cubrir las expectativas del líder que le es más simpático.

Como se puede ver, por tanto, la cuestión no está en que se enfrente un político realista a otro que no lo es, sino en que este país se ha acostumbrado a construir la realidad al margen a veces de la realidad misma. Será de ver tanto fútbol...

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