LA publicación del informe PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) correspondiente al año 2006 avala los análisis más pesimistas sobre el estado de la enseñanza secundaria en España, con todo el significado que el hecho tiene para el presente y el futuro de nuestra sociedad. La evaluación, dirigida a alumnos de quince años, se ha realizado en cincuenta y siete países, incluidos los treinta que componen la OCDE, la organización más ajustada a las características socioeconómicas españolas. El sistema educativo español, al nivel comentado, se encuentra por debajo de la media en los tres parámetros examinados: ciencias, matemáticas y comprensión lectora. En comparación con el informe de 2003, la propia ministra de Educación ha reconocido que el nivel en ciencias permanece estable y el de matemáticas es ligeramente inferior, pero el de lectura ha experimentado un retroceso "muy notable". Esto significa que un adolescente español de 15 años se muestra incapaz, por lo general, de comprender un sencillo texto escrito en su propio idioma. ¿Qué nivel de instrucción y conocimiento cabe pronosticarle a un muchacho que parte de esa base cuando haya de incorporarse al sistema productivo y corresponder a la inversión que la sociedad ha hecho en su formación? El panorama en Andalucía no es más halagüeño que en el conjunto de España. Diez comunidades autónomas, entre ellas Andalucía, aceptaron someterse al examen de los inspectores del PISA con evaluaciones específicas y muestras extensas de sus propios alumnados. El resultado es que Andalucía ha quedado situada en el décimo lugar, es decir, el último entre las comunidades analizadas. No sabemos cuál sería su puesto si se evaluasen las diecisiete comunidades autónomas que integran España, pero, desde luego, está claro que estaría por debajo de la media (puesto que ya hay nueve mejor colocadas). No hay ninguna razón para defender la política de enseñanza secundaria desarrollada por el Gobierno andaluz, cuyas proclamas de defensa de la educación como prioridad se compadecen mal con los datos que estamos comentando y que son irrefutables.

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