Del cielo al infierno

Aquella "joya de la corona", encalmada, lumínica, ociosa y saludable, es hoy una jaula de grillos

No se cómo será el Averno pero supongo que aun sufriendo la "ausencia de Dios", pena máxima, al menos estaremos tranquilos, sin nadie que moleste nuestro eterno castigo.

Se pretende que nadie perturbe esa condena y que haya cierto respeto a nuestra intimidad infernal, cosa que no suelen compartir los vivos, sobre todo, los llamativos latinoamericanos y dentro de ellos, en tanto se refiere a España, Andalucía es maestra en rasgar el susurro y componer el mingo a voz en grito. Los nórdicos musitan.

Ni que decir tiene que en este gallinero altisonante, aprovechando el estío, las autoridades locales de municipios tan señeros como Punta Umbría se pasan por el forro tales modos, sin que a los mandatelas les importen un pimiento sus propias ordenanzas y que tan rechazable estropicio se torne en atractivo gancho, convirtiendo el verano en penosa charanga, ajena al dictado que debiera velar por la lectura, la meditación, el sosiego y el sueño.

Pero además, si a ello se unen otros considerandos como la suciedad, los socavones, la ausencia de iluminación, el deterioro de las calzadas, la inexistencia de rótulos, la basura desperdigada, el desmadre de la carga y descarga, la acumulación de malos olores y el problemón del tráfico... entonces, con toda certeza, usted habitará en aquel "casco viejo, histórico y tradicional" del municipio puntumbrieño donde todo es portentosamente mejorable y a la vez imposible, dado que los paganos de ese enclave son súbditos de segunda clase, reclusos de una zona impertinente que "no vota" y a los que no interesa compensar sino es para sacarles las mantecas, ya que el Ayuntamiento ha decidido que hay vecinos "de mérito", en función de las urnas, y residentes lastrados por incomparecencia electoral, aunque estos últimos aporten a las arcas una importante masa impositiva, lo que supone una flagrante discriminación y un significativo sectarismo.

Aquella "joya de la corona", encalmada, lumínica, ociosa y saludable, es hoy una jaula de grillos y desastre urbanístico.

Partida en dos, su patrimonio se halla deliberadamente abandonado sin que su arena blanca hable de su pasado, de sus primeras huellas, de sus horas pausadas, silenciosas.

De la luz celestial hemos pasado a la jarampa. Ni Damas respeta la siesta, ni el cutrerío el descanso nocturno. Bendito tiempo el del chimpún y el de los toques de sirena del Rápido.

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