La cena

La cena de Nochebuena de los policías es una muestra del desprecio con que el poder trata a los trabajadores públicos

Un plato de bacalao rebozado y otro con un poquito de verdura asada. Así fue el menú de Nochebuena de los policías que llevan en Barcelona desde el mes de octubre. Los que viven en el barco. Los famosos policías del Piolín que ha suscitado miles de burlas en las redes sociales. Alguien dirá que es un menú suficiente. Sí, de acuerdo, pero ese menú demuestra un desprecio intolerable hacia los servidores públicos. Esos policías han dado la cara por todos nosotros al defender el Estado de Derecho en Cataluña. Han trabajado en circunstancias lamentables. Tienen que vivir en un barco. Cobran mucho menos que los Mossos d'Esquadra. Y ahora les ponen ese ridículo menú de Nochebuena.

Y lo peor de todo, insisto, es que esa cena no es más que una muestra del desprecio con que el poder trata a la mayoría de trabajadores públicos. Basta pensar en los médicos y en el personal sanitario, en los profesores, en el personal de emergencias, en los guardias forestales. Esa cena tan frugal tendría sentido si todo el mundo -de la Casa Real para abajo- se hubiera sometido a esos mismos recortes. Pero esto no ha ocurrido, o sólo ha ocurrido en parte. En TVE -una televisión pública que debe financiarse con dinero de los contribuyentes- se hacen programas costosísimos, como Operación Triunfo, que encima pertenecen a la productora de un conocido independentista catalán que tiene a bien ciscarse cada día en Twitter en todos esos palurdos infrahumanos que somos los españoles. No quiero ni pensar en los negocios que estarán haciendo algunos vivales con esos programas. Y eso por no hablar de todos esos cargos innecesarios donde se coloca a asesores y enchufados. En los años de la crisis se nos prometió que todas esas estructuras administrativas superfluas iban a desaparecer, pero no han desaparecido, y peor aún, es muy probable que hayan engordado. Y cuando se trata de cuidar a los policías y a los médicos y a los profesores, nunca hay dinero suficiente y hay que conformarse con esos espaguetis resecos y ese solitario mejillón.

Estas cosas no son anecdóticas, no. Son una muestra de la escasa consideración con que tratan a los servidores públicos los que ocupan el poder. Sólo los quieren para que les saquen las castañas del fuego. Y después, a aguantarse. Y a tragar. Sin rechistar. Siempre sin rechistar.

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