EL AYUNTAMIENTO de la capital promete que colocará en breve varios centenares de placas para rotular las calles y avenidas con sus nombres correspondientes, pero estaremos vigilantes. Hagan la prueba y dense un paseo por muchas de las vías de Huelva. Comprobarán que en la mayor parte de las esquinas no existe un rotulación que indique el nombre de la calle por la que se transita, lo que dificulta en ocasiones encontrar el lugar al que nos dirigimos, por no hablar de los visitantes que transitan despistados a la espera de que alguien les aclare hacia dónde se dirigen sus pasos. Por cierto: ¿Hasta cuándo habrá que soportar las zanjas abiertas a modo de trincheras?.

NADIE ha levantado la voz y la efemérides pasa casi de largo, calladamente, sin que Huelva conmemore el XXV aniversario de la reconstrucción de una plaza que ha hecho posible que se siga hablando de toros en la capital. En estos años de plata, han pasado todos los grandes matadores de la tauromaquia de la época y casi todas las ganaderías de prestigio. De una plaza destinada al abandono se pasó en 1984 a un coso remozado, obra que hizo posible un hombre que estos años se ha ganado el respeto de la ciudad. La decisión de José Luis Pereda ha permitido celebrar casi ciento treinta festejos y deja para los años venideros un edificio singular en pleno corazón de la ciudad, a la que sus dinastías toreras distinguieron haciendo el paseíllo en su albero.