A la calle

El pasado 28-F se echaron a la calle los primeros andaluces hartos de ser atracados

Todos los santos tienen su octava. O lo que es lo mismo: durante ocho días cabe celebrarlos y recordarlos. Así pues, andamos en la octava del 28-F, día de Andalucía. Por mi parte nada que celebrar. Por parte de la inmensa mayoría de los andaluces, tampoco. Día que fue de sol y casi de playa y de olvido total de la efeméride que a mis conciudadanos les importa lo mismo que a mí, un bledo. Pero un puñado, bien numeroso, de andaluces se echó al monte ese día, bueno, al monte no, a la calle. Y es que parece que la ciudadanía está tomando la calle ya en esta Andalucía. Han sido multitudinarias las mareas contra una sanidad ineficaz que ya está poniendo a la gente de los nervios. Ahora parece que se levantan las mareas contra algo que habré criticado en esta columna no menos de media docena de veces: el injusto, atropellante y confiscatorio impuesto de sucesiones. El pasado 28-F se echaron a la calle los primeros andaluces hartos de ser atracados. Les van a seguir más, muchos más. Porque este impuesto brutal está afectando a las clases populares. No es un problema de ricos, ni muchísimo menos. Los ricos saben muy bien cómo quitarse de en medio estas molestias. Son trabajadores infatigables de muchos días, de muchos años, los que ven cómo sus ahorros que terminaron en la adquisición de un piso son literalmente esquilmados por una Administración autonómica insaciable. En realidad no son ellos los que padecen este asalto, son sus herederos.

En Andalucía se está pagando mil veces más que en Canarias por este maldito impuesto, que es sobre todo y ante todo injusto. Un señor se compra un piso con el sudor de su frente y paga sus correspondientes tributos. El piso lo hereda la esposa y vuelve a pagar. Lo heredan los hijos y otra vez a pagar y lo heredan los nietos y vuelta a lo mismo. Cuatro veces, un enorme puñado de miles de euros por algo que no ha producido ningún beneficio a sus propietarios. En toda esta historia no hay beneficios hasta que alguien venda el piso, entonces sí hay que pagar. Pero con anterioridad lo único que ha existido es una transmisión de propiedad a secas. Y la Administración voraz y rapaz te cobra como si hubiesen tenido lugar cuatro ventas. Pues ya se ha cansado el personal. Ya está en la calle el pueblo. Me ha gustado esta respuesta porque me ha hecho rejuvenecer más de cuarenta años cuando en la universidad coreábamos aquel bonito poema de Celaya que decía: "A la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo". Pues nada, lo dicho.

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