La cabra

¿Y qué mejor figura que esa cabra legionaria paseando solitaria por la Vía Layetana y Las Ramblas?

Suele ir en cabeza junto a los zapadores contoneando sus arreos y al mismo paso de la formación legionaria. Ciento veinte pasos por minuto.

Por aquí siempre la hemos llamado la "cabra de la Legión" aunque también se signifique como carnero, lo que no implica que, sea una u otro, produzcan un efecto identitario del contingente militar.

El seis de octubre de 1934, Lluis Companys proclamaba desde el balcón de la Generalitat el Estat Catalá dentro de la República Federal Española sin que el Gobierno de la Nación hubiera accedido ni conocido tal determinación, que de forma inmediata fue rechazada por las Cortes Generales, mandando al capitán general de la región, Domingo Batet, para que revirtiera la situación y volviera a implantarse el orden constitucional.

Un día después, siete de octubre, la presencia de una compañía de Infantería y una batería de Artillería fueron suficientes para disuadir a todas las fuerzas independentistas a deponer su actitud ante el rugido de tres cañonazos.

Parece que la historia se repite y de nuevo desoyen la Constitución y alardean de desacato a la legalidad, a las instituciones, a las Fuerzas Armadas y al mismísimo rey, Felipe VI.

La confrontación se presta inevitable y sólo cabe aplicar el artículo 155 de la Carta Magna, pero me temo que, llegado a este punto, sería rechazado por los partidos separatistas como ya han manifestado, oponiéndose a los dictados de los tribunales de justicia y a cuantos actos de avenencia se han propuesto.

Dada esta situación y teniendo en cuenta que el imperio de la ley sitúa en plano de igualdad a todo el pueblo español, sin el cual no es posible la autodeterminación, debieran adoptarse de forma inmediata otras alternativas que, una vez más, recondujeran la rebelión de hecho, manifestada por el variopinto escenario del molt honorable Puigdemont.

Si el empeño en celebrar el referéndum no tiene vuelta atrás, a pesar de las graves advertencias y el rechazo de una gran parte del catalanismo, entonces es cuando de forma imperante habría que acudir a una figura que, lejos de Batet, les recordara lo ocurrido hace ochenta y tres años, cuando se les subió el cava a la cabeza y sucedió que, en 24 horas, disipado su efecto, todo volviera a la normalidad.

¿Y qué mejor figura que esa cabra legionaria paseando solitaria al trote por la Vía Layetana y Las Ramblas?

Sería un mensaje figurado con marcial atuendo y advertencia.

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