La más esencial responsabilidad con la sociedad que tienen las empresas es crear empleo y ganar dinero, junto con el cumplimiento de la ley. Accesoriamente, una buena empresa debe revertir a la sociedad parte los réditos que obtiene dentro de ella. Sucede que cuando a la responsabilidad social de las empresas se le ponen mayúsculas y se la llama RSC, y se editan costosas memorias y material promocional de corte "mira qué buenos somos", dicha responsabilidad puede adquirir un tufo de cosmética. Aun así, presumir de lo propio -o sea, hacer marketing de la empresa- al tiempo que se hace algún beneficio social -cultural, científico, deportivo, asistencial en general- sigue un esquema "ganar-ganar". Y nada debe obstar para ello: debemos despojarnos tanto del postureo corporativo como de la sospecha y la inquina acerca de cualquier cosa que huela a empresa, un vicio progre tan español como la tortilla de patatas.
Ayer lunes supimos de un acto de responsabilidad corporativa por parte de un banco nacionalizado y en vías de recapitalización, Bankia, que ha prescindido de dar largas a la obligación de resarcir los cargos indebidos durante años por cláusulas suelo de las hipotecas concedidas a particulares. El banco que dirige Goirigolzarri se pone de hecho a devolver con intereses lo que debe reintegrar a quien nunca debió cobrárselo: que uno firme una cláusula no quita que ésta sea abusiva. Bankia fue rescatada por el Estado -usted- echando dinero público presente y futuro a espuertas en un pozo excavado con la mala gestión y el manejo político. Unos agujeros patrimoniales originados por el desahogo y la promiscuidad político-financiera de aquellas cajas de un Madrid de winners de plástico y su sucedáneos valencianos. Un holding que emergía con rutilante futuro, con el bluf Rato al timón, y al badajo de la campanita en su nefasta salida a bolsa. Era otra Bankia. Nada que ver con la vigente.
"Para qué vamos a marear al cliente y a nosotros mismos: organicemos el proceso poniéndonos al servicio del cliente implicado, devolvamos los 200 millones más intereses, y a otra cosa; de paso nos ahorramos 100 millones de litigios". Sensato y justo. Y muy reconfortante. Declaran que esto lo hacen también para "mejorar nuestra reputación". Ganar-ganar. Y resarcir. Y dejar de marear. Si el Gobierno ha promulgado un decreto exprés para mantener el colosal litigo fuera de los juzgados, su carácter timorato hace que debamos dar la bienvenida y entonar un bravo ante la iniciativa de Bankia. A ver si los bancos privados siguen esa estela de genuina responsabilidad social.
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