Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

El bañador

Jordi tendría 39 años. 15 días antes hizo la primera comunión y fue la víctima de menos edad en Hipercor

Quince días antes había hecho la comunión. Su idea inicial era quedarse en casa con su abuelo, pero un centro comercial con sus escaleras mecánicas, su profusión de tentaciones, era demasiado sugerente y Jordi Vicente Manzanares, nueve años, se apuntó a la excursión con su tía Mercedes, treinta años, soltera, y con Silvia, trece años, que quería comprarse un bañador para el viaje de fin de curso. Los que hemos leído Viajes con mi tía de Graham Greene conocemos la autoridad moral y los conocimientos sobre la aventura que suelen tener esos parientes. La tía Mercedes se prestó gustosa porque su hermana Nuria, la hermana de los niños, tenía esa tarde cita en la peluquería. Muchos años después, la madre de Silvia y Jordi, la hermana de Mercedes, contó que les dijo que fueran a Bulevard Rosa, unos almacenes de Barcelona que se habían puesto de moda. Pero Hipercor estaba mucho más cerca y para un bañador no iban a perder la tarde entera.

Mercedes Manzanares Servitjá, Silvia y Jordi Vicente Manzanares fueron tres de las 21 víctimas mortales producidas por el coche-bomba que Eta dejó en el garaje de Hipercor el 19 de junio de 1987. Parece un relato de Raymond Carver. Si el niño se hubiera quedado con su abuelo; si su hermana tuviera bañadores de sobra; si su tía dijera que en Bulevard Rosa estaban de oferta... Obviamente, ése no es el condicional. Si ETA no hubiera querido hacer el mayor daño posible...

Los testimonios de los padres de Silvia y de Jordi aparecieron en la película Trece entre mil, de Iñaki Arteta, un vasco de Baracaldo autor del documental titulado Contra la impunidad que necesita del apoyo de los espectadores para que siga en las salas de cine y que analiza los más de trescientos crímenes de Eta sin resolver, incluido el de José Ignacio Ustaran, huérfano de padre desde el 28 de septiembre de 1980. Arteta hace como Fernando Aramburu, el autor de Patria, contarlo desde dentro.

Jordi tendría ahora 39 años. No sé si sería independentista o constitucionalista, qué largas las palabras del tedio político. Puigdemont está en su derecho de extrapolar la remontada contra el Paris Saint-Germain para su causa, pero hacer lo mismo con el atentado de Hipercor es una infamia, convertir a las víctimas de antaño en verdugos de hogaño. El mismo Estado que combatió a Eta es el que aduce la ilegalidad del referéndum, por muy estupendos que se pongan los del New York Times.

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