25 años, 25

Sevilla explotó con enorme capacidad de medios y recursos públicos los fastos de la Expo

Celebración en los jardines del Alcázar para conmemorar la llegada del AVE a Sevilla en el 92, fecha en la que la Expo exhibía su modernidad en la desértica isla de la Cartuja y su pujante historicidad como ciudad adelantada en la efemérides del Descubrimiento.

No piensen que respiro por la herida sino por la amargura de vernos, una vez más, despojados de todo protagonismo en tan grandioso acontecimiento en el que Huelva, Palos, Moguer, La Rábida, nuestras gentes, pilotos, marineros, navíos, pertrechos y una fe inquebrantable en la aventura, lograron realizar una de las hazañas impensadas y descritas como una nueva página de la humanidad.

Eso fue en Huelva al alba del 3 de agosto de 1492. No fueron los avezados "mareantes" de otras naciones. No, fueron los hombres que habitaron las riberas del Tinto y el Odiel.

Desde entonces y salvo el expreso deseo la reina Cristina y el Gobierno de Maura (1892) hemos quedado reducidos a la nada, expoliados e inmerecidamente apartados de cualquier evento donde se reconozca y se compense aquel grandioso sueño, aquella irrepetible locura.

Sevilla explotó con enorme capacidad de medios y recursos públicos los fastos de la Feria Universal y nosotros, un grupo reducido de onubenses, tuvimos que hacer llegar nuestra voz para que al menos quedara la huella de un consejo de ministros extraordinario en los claustros del convento franciscano y se saldara de soslayo aquel protagonismo colombino en ese despertar del Nuevo Mundo.

Ahora se cuenta, con exacerbación, que uno de los hitos del 92 tuvo como ¿eje vertebrador? de Andalucía la aparición del tren de alta velocidad Madrid- Córdoba-Sevilla y que el proyecto se hizo con sentido de Estado para acercar el Sur a un proceso de cambio innovador y economicista, pero lo que se calla es que dicho proyecto contemplaba un horizonte transnacional España-Portugal a través de un trazado que partiendo de la capital de España atravesara Córdoba Sevilla y Huelva para finalizar en Faro atravesando el Guadiana.

Y este plumilla al que el señor Alzhéimer aún respeta se siente consternado, entristecido y frustrado cuando observa cómo nos han borrado del mapa, sepultado, sin que nada ni nadie quiera evitarlo, sin ser invitados ni representados.

El recuerdo de aquellos 25 años es otra losa para los onubenses. Quizá algún día podamos brindar por ese AVE que nunca llegaría a quien hizo posible lo imposible.

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