Tenemos que mejorar muchas cosas en política. Eso es de una evidencia clarísima. De todas formas, hay que tener presente que nunca se llegará a un final del camino en el mejoramiento. Cuestiones como la democracia, libertad o derechos siempre están construyéndose, por la razón de que la vida es cambiante y que es preceptivo adaptar esos conceptos a las nuevas condiciones, tanto desde una perspectiva teórica como operativa; ahora bien, con mucho celo para que no haya regresiones en ellos. Por eso, resulta llamativo el hecho de que haya un grupo político entre nosotros -léase Podemos- que se haya apoyado, o lo siga haciendo, en regímenes o gobiernos que están a años luz de los logros alcanzados en muchos lugares en esos temas mencionados tan importantes, como en España y en, prácticamente, toda la Unión Europea.

Venezuela, con un gobierno cada vez más autoritario y dictatorial, es un buen ejemplo de distanciamiento. Las imágenes que nos llegaron anteayer eran dramáticas, con diputados de la oposición heridos por la irrupción violenta de un grupo de seguidores de Maduro. Desde aquí nos preguntaremos cómo es posible que el vicepresidente El Aissami aliente a esos sujetos para que fueran a la Asamblea Nacional, controlada por los contrarios al presidente. Desde allí no es necesario cuestionarse nada, se tiene fácilmente la respuesta. Su discurso, invitando a esa penosa clase de acciones, está en consonancia con la lógica oficial; el chavismo ha tomado en propiedad al país y a sus instituciones, imponiendo un pensamiento único, una verdad absoluta, indiscutible, que ha de ser asumida, y quien disienta puede sufrir consecuencias fatales. Unos aceptan esa ideología convencidos, y muchos como si fuera un mensaje revelado, utilizándola torticeramente como justificación para lo que les venga en ganas; otros, porque les resulta beneficioso.

El episodio relatado se suma al continuo quebranto de las libertades y a la cantidad de muertes que se vienen produciendo. Vivir en un ambiente como el de allí instalado tiene que ser angustioso; sobre todo, para todos aquellos que aman el libre pensamiento y rechazan dogmas, sean religiosos o laicos.

La comunidad internacional democrática tiene que ayudar a Venezuela y sería deseable que desde Huelva hubiera un gesto en ayuntamientos y Diputación, ya que tanto se presume con lo del Descubrimiento -lo que ahora llaman Encuentro- y dado que se cumplen 525 años del mismo. Sería interesante escuchar los pronunciamientos de algunos.