Al punto

juan / ojeda

El año de la incógnita

PUESTOS ya a despedir el año, es casi obligado hacer un rápido balance de lo que el 2014 nos ha deparado en el plano político, marcado por dos hechos interconectados entre sí. En primer lugar, tenemos el espectacular crecimiento de la preocupación ciudadana por el tema de la corrupción - ahí están los casos Pujol, ERE, cursos de formación, mordidas sindicales, Gürtel, operación Púnica, tarjetas opacas y muchos más- que han conducido a un descrédito generalizado de los comportamientos de los políticos para una gran mayoría de los españoles que, en los sondeos de opinión, han dejado patente su desafecto hacia los gestores de lo público.

Esto ya ha tenido consecuencias electorales, como se demostró en los comicios europeos, en los que los dos grandes partidos bajaron significativamente y apareció una formación política sin historia, como Podemos, que consiguió más de un millón de votos y cinco eurodiputados, y que ha seguido sumando expectativas en las encuestas, alguna de las cuales lo sitúan como primera fuerza en intención de voto directo. Eso, a pesar de su falta de programa, de sus propuestas inviables y de su indefinición ideológica. Esta irrupción, impensada hace un año, ha modificado el panorama político, frenando en seco el crecimiento previsto de IU y de UPyD acabando, además, según todos los pronósticos, con el concepto de bipartidismo consolidado desde el restablecimiento de la democracia. A esto se ha unido la permanencia de la crisis que, aunque ya parece que llega a su fin, en términos macroeconómicos, y vamos hacia una perceptible recuperación, con un crecimiento bastante mayor de lo que se esperaba, todavía mantiene a casi cinco millones de españoles en el paro y, a muchos de los que trabajan, en niveles salariales que los sitúan en el umbral de la pobreza.

Así pues se nos presenta un futuro inmediato lleno de incertidumbres, a las que hay que añadir la deriva independentista de Cataluña, que va a marcar la agenda política del próximo año, sobre todo si se produce el anticipo electoral exigido por ERC para que Mas pueda sacar adelante los Presupuestos de la Generalitat para el 2015. Lo que ahí pase, se quiera o no, nos va a afectar a todos los españoles. Por tanto, el año que termina no nos ha despejado el panorama, y se nos abren las puertas del año de la incógnita.

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