La otra orilla

Y ahora qué

Hay que dinamizar la ley de violencia de género, dotándola de recursos para que sea útil

El pasado 8 de marzo asistimos a multitudinarias manifestaciones que reclamaban y exigían una igualdad efectiva entre mujeres y hombres. El movimiento feminista logró un éxito histórico, sin precedentes, consiguió que en la agenda social se hablara de la discriminación laboral que la mujer sufre por el simple hecho de ser mujer. Observamos cómo los miembros del Gobierno iban cambiando de opinión según iba avanzando la semana y según se iban dando cuenta de la importancia que la huelga feminista y las manifestaciones iban cobrando. De la huelga a la japonesa pasamos al he tomado nota de nuestro presidente M. Rajoy. Bien, ya pasó el momento de las concentraciones, ya pasó el momento de la calle. Y ahora, ¿qué? Lo vivido el 8 de marzo no puede caer en saco roto, lo vivido el 8 de marzo un puede ni debe ser una frustración más de las muchas que la lucha por una sociedad mejor ha tenido a lo largo de la historia.

Se hace, pues, necesario un cambio real, un cambio del sistema económico y cultural que valore el cuidado y la sostenibilidad de la vida, la dignidad de las personas y el bien común. Se hace necesaria una conciliación familiar real que nos permita a hombres y mujeres compartir los cuidados y la vida. Es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de menores y dependientes. Hay que exigir, con seriedad y firmeza, a las instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes hechas por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.

Se hace igualmente imprescindible la promoción de una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad, empoderamiento y complementaridad, totalmente contraria a esa educación que establece una división por sexos; una educación en la que se derrumben los cánones impuestos de masculinidad y feminidad que no nos permiten desarrollarnos como personas libres, de la misma estatura, que diría la poetisa Gioconda Belli. Finalmente hay que reclamar la construcción de una sociedad en paz, en la que la violencia del hombre contra la mujer sea condenada y en la que la mujer se sienta libre para caminar por donde quiera y como quiera y también para decidir con quien va y con quien no va. Hay que dinamizar, por tanto, la ley de violencia de género, dotándola de recursos materiales y humanos para que sea útil. Que el 8 de marzo no se quede en historia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios