¿Y ahora qué?

Hay que sellar el círculo y volver a la carga con novedosos ingredientes que rozan el rol de la excelencia

Pasó el año de los grandes eventos en el que la Capitalidad Gastronómica ha logrado situarnos a niveles impredecibles, según fuentes domésticas bien informadas, cuya fecha no olvidarán los miles de allegados y seducidos por tan histórico suceso, aprovechando el caso para chuparse el maridaje postinero y la alquimia molona, que ensalza la cocina Michelin.

Por otro lado, finalizaron los actos conmemorativos del 525 Aniversario del Descubrimiento, al que se ha disfrazado bajo la capa del Encuentro entre Dos Mundos, como si a los descubridores hubiera que relegarlos al capítulo de la cueva de Alí Baba diluyéndolos en el magma del batiburrillo amerindio, que rechaza la impronta de la aventura universal.

Bueno, pues finalizadas sendas glorias, para no perder comba las cabezas pensantes del new deal o paquete de nuevos proyectos 2018 han diseñado novedosos impactos para que repitamos el éxito obtenido y tal cual, hagamos rentable la inversión, sigamos la senda marcada en 2017 y logremos que los tíos del Plus Ultra fijen sus ojos en la tierra desaparecida de los "mapas del tiempo".

Llega hasta mis oídos el cántico de los nuevos programas y la impaciencia me impide conciliar el sueño. Desde las salas capitulares se oye el rumor de los "novísimos" del año que están a punto de saltar a la calle para continuar la saga de seductores "ganchos", que harán llegar a Huelva otra riada de visitantes multiusos.

Hay que sellar el círculo y volver a la carga con novedosos ingredientes que, según parece, rozan el rol de la excelencia: Cumbre de Estados Iberoamericanos, Regata Transoceánica de Grandes Veleros, Trofeo de Selecciones Nacionales de Fútbol, España-América, Torneo Exhibición Grandes Maestros de Tenis y Golf, I Feria Nacional de Muestra Agropecuaria. Exponuba II. Encuentros folclóricos de ida y vuelta. Congreso Americanista... y así, hasta impulsar otro grandioso año.

¡Ah!, casi me olvido. La crema de los chefs también debe participar y a la vez pregonar (de la Nicoba pa ajuera) que la manduca local es inescrutable: unas lonchas de jamón, unas gambitas blancas, un revuelto de gurumelos, un atún escabechao, unas manitas de cerdo, un picaíllo de culantro o unos berries ad natura, son materia inaccesible, de igual a igual, que los caminos de Dios.

Pues nada, quedo atento a la mostra que nos pondrá, de nuevo, en la cresta de la ola. Ojalá y no sea la del gallo.

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