Aeste último domingo de julio le toca hacerle el pasillo al mes siguiente. Agosto llega con aires de triunfo y la firme intención de sacarle tajada a los treinta días de que dispone para que el personal disfrute de vacaciones, (quien les escribe incluida). Es el mes de las rebajas, de los cruceros, de los circuitos, de los encuentros... Se ha ganado a pulso el título de mes festivo, porque mientras unos descansan por fin, otros consiguen un largamente esperado contrato de trabajo. En Huelva no podría tener mejor comienzo: las Colombinas, las corridas de toros o los conciertos constituyen la cara amable del mes. Hay otras maneras de vivirlo que no se publicitan ni de las que se habla.

Mientras son miles de personas en España las que mañana cerrarán con llave los cajones de su despacho, numerosos grupos de jóvenes se reunirán para acordar de qué manera sacarle partido a sus vacaciones en beneficio de los que más lo necesitan. Mientras unos le echarán el candado al taller o negocio por unas semanas, habrá otros que, sin pensárselo dos veces, irán afinando las ideas para organizarles el ocio a niños y niñas procedentes de familias desfavorecidas. Son jóvenes solidarios que dedican sus vacaciones a trabajar a fin de que esos niños se diviertan y, al mismo tiempo, aprendan. Gente que, en días de calor, se patean la ciudad buscando ayudas y subvenciones. Gente que renuncia a la playa para bañarse con los chavales en una piscina pública y que si hay que tratar con piojos, se trata con piojos de tú a tú. Que desisten de reunirse con sus amigos para hacerlo con las familias de los niños dando por hecho que, sin ellas, la formación que adquieran no será duradera.

En agosto, a la hora en que numerosos grupos de jóvenes vuelven de las discotecas, otros estarán intentando subsanar las deficiencias académicas de los niños que están fracasando en Primaria. Habrá muchos haciendo planes de comidas y de encuentros, pero también hay estudiantes que hacen sus planes en función de los horarios de los ancianos de su barrio, que viven solos, y les acompañan a pasear y conversar.

Sería altamente injusto no resaltar el trabajo de esos voluntarios, esos que, sin ganancias materiales, planifican sus vacaciones con la vista puesta en las necesidades de otros colectivos. Esas personas que consiguen su felicidad personal cuando logran el bienestar de aquellos que carecen de él.

Felices y solidarias vacaciones. Nos volveremos a encontrar en septiembre.

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