Lleva ya un mesecito huido de un Estado opresor, fascista y autoritario que le persigue por ser un cruce entre Nelson Mandela, Martin Luther King y Mahatma Gandhi. En este tiempo se ha paseado por todas las radios y televisiones que han querido entrevistarle -por supuesto las españolas no que están manipuladas- para contar el calvario que vive desde el 1 de octubre. Entre charla y charla, pasea por los bucólicos bosques belgas en busca de la divina inspiración y sumido en profundas reflexiones que le marquen la senda por la que debe llevar a su pueblo a la tierra prometida. Es como Moisés en busca de las tablas de la ley, pero sin dios alguno que se las dicte. Es él mismo quien establece los mandamientos que van a regir el futuro de la Cataluña independiente. Y cuando termina el día se va con el resto de mártires del conflicto a tomarse unos mejillones y un reconfortante vaso de vino caliente.

Mientras él sufre su destierro, quienes compartieran sanedrín con él penan en la cárcel por sus ideales cuales presos políticos de un Gobierno venezolano cualquiera. Las jornadas se les pasan largas y ya son muchos los que comienza a aceptar la intervención del Estado en su nación con tal de pasar unos días al calor del brasero y la butifarra. Si lo ha hecho la mártir Forcadell por que no van a hacerlo ellos. Si, total, la cosa consiste en decir que se acepta la Constitución para poder saltársela después de las elecciones. "Señoría, que yo soy mas español que Manolo el del Bombo", piensan decir para abandonar la sordidez de la celda y el incómodo disfraz de mártir de la causa.

Mientras, los que dicen defender la unidad del país y están contra la independencia se lanzan a la carretera en busca del terreno durante tantos años perdido. En esa lucha se olvidan de lo ocurrido hasta hace unas semanas y se dedican a arrearse entre sí a cambio del voto. La amnesia se ha establecido en sus mentes y piensan que ya no hay enemigo estelado sino contrincante español. Vuelven a la estrategia de embarrar el campo, a la de echarse en cara su mera existencia. Es la misma estrategia que durante años los ha ido condenando al ostracismo, la que hace que crezca la independencia, la de la miopía, la que olvida que lo que se les ha aplaudido hasta ahora es precisamente su unidad frente a la imposición nacionalista.

Queda menos de un mes para saber qué ocurrirá en el futuro en Cataluña y esto comienza a dar miedo de nuevo. Si el frente constitucional ha perdido la brújula y el independentismo navega entre el mesianismo y la mentira qué mal pinta la cosa. Las del 21D no son unas elecciones normales, señores, porque de su resultado depende la propia estabilidad del país. Está claro que al independentismo no se le puede pedir altura de miras, enfebrecido y enfermo de poder como está. A los demás alguien debería decirles que reaccionen. Su actitud encamina de nuevo hacia el abismo.

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