La otra orilla

víctor rodríguez

Yacouba y otros soñadores

Pasar de los buenos deseos e intenciones, tan propios de estos días navideños, a la acción, requiere de ciertas dosis de inquietud, interés, inteligencia primaria y sobre todo, obstinación por seguir adelante con la tarea, independientemente de adónde llegue el resultado. Hoy traigo aquí a Yacouba Sawadogo, un habitante del lejano país de Burkina Faso y que, en pleno Sahel, espacio abandonado a la extrema pobreza y el terrorismo, él ha conseguido convertir tres millones de hectáreas de desierto en zonas de cultivo. Y todo sin grandes medios o maquinaria, tan sólo con la unión de ingenio con métodos tradicionales. Haciendo pequeños hoyos rellenados con estiércol, compost y semillas, las termitas se han ido encargando de horadar la tierra en busca de estos nutrientes y crear canalizaciones naturales internas por donde hacer circular el aire y el agua para, poco a poco, construir un manto vegetal, base para generar la humedad y las condiciones propicias para la vida. Así, agujero a agujero, ignorando los criticadores de sillón que se reían de él, con la constancia y los oídos sordos de quien persigue su sueño, ha llegado tan lejos. Otros nombres son el de Masanobu Fukuoka, el japonés que protege las semillas dentro de arcilla, o el hindú Jadav Payeng, plantando miles de árboles que han detenido la erosión y recuperado cultivos y modos de vida en su comunidad.

Pero no hace falta irse tan lejos, quisiera traer el nombre de Juan Clavero, el ecologista gaditano al que este año, durante una reivindicación a favor de las vías pecuarias y pasos libres por servidumbre entre las fincas de terratenientes, le introdujeron droga en su coche y a punto estuvo de ser acusado de un delito de tráfico y posesión de estupefacientes que hubiera arruinado su vida. En este caso la coherencia y la lucha de muchos años a favor del bien de todos que es la Naturaleza, ha conseguido, no sólo que su causa sea archivada, sino identificar y denunciar a esos prepotentes y egoístas dueños de las fincas que pretendían quitárselo de en medio y, de paso, mandar el mensaje de que defender lo público puede ser peligroso a esos ingenuos senderistas verdes.

Tener ideas, ponerlas en práctica y asumir los riesgos, ese es el ejemplo de estos cuatro hombres que hoy traigo a esta columna, a todos mi consideración y a Juan Clavero, mucho ánimo y energía, porque gente así no nos sobran.

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