En lo escondido

Elena Sanz

Visite el centro... si puede

COMENZARON diciéndonos que usáramos los medios de transporte público por eso de evitar atascos. Luego por ecología, y actualmente casi es una imposición tal como anda la dificultad para aparcar en la zona centro de Huelva.

Cuando estamos casi convencidos de la importancia de estos valores y nos motamos en un autobús… descubres por qué a pesar de todo es mejor coger tu coche.

Esperas pacientemente en una parada de autobuses. Cuando digo pacientemente no es una exageración. Esta mañana he hecho la prueba y ha tardado exactamente veinte minutos en llegar. A pesar de que la empresa lo establece cada diez minutos, por la mañana, claro, por la noche se duplica la espera. Cuando viene el autobús, mi sorpresa es aguda, porque llega no una sino dos líneas a la vez. ¿Cómo es posible?, si hay dos líneas de autobuses que hacen casi el mismo recorrido, cómo es posible que no lleguen alternativamente, y hacer así la espera la mitad de gravosa.

Haciendo cálculos, ir en autobús urbano o ir andando supone exactamente el mismo tiempo, contando la espera y el recorrido propiamente dicho. Por lo que para usarlo hay que estar muy cansado o tener dificultades físicas para hacer el trayecto.

Pero este artículo nace de la necesidad de contar lo que ocurre cuando se unen dos circunstancias, que vayas a coger el autobús y que tengas a un bebé en un carrito. En este caso la cosa se pone entretenida. Te encuentras esperando en la parada de autobús, y cuando llega pueden ocurrir dos cosas: una, que el autobús sea de los modernos, es decir adaptado para minusválidos, en ese caso puedes entrar con el carrito y situarte en la zona media del autobús con tu hijo; y dos, que tengas la mala suerte de que llegue un autobús de los antiguos, entonces el conductor muy amablemente (o no tan amable) te comunica que no puedes subir con el carrito abierto, que debes cerrarlo, coger al niño en brazos y entrar. Imagínate, estás solo o sola, con un bebé: cógelo con un brazo, cierra el carro con la otra, agarra no sé con qué las bolsas de los enseres del bebé, o la compra, y ahora sube, sin ayuda, y paga el billete y busca dónde sentarte, si puedes.

La perspectiva es negra, por lo que si este juego de malabares te es imposible, debes esperar pacientemente el nuevo autobús que "sólo" tardará otros diez o veinte minutos más, y cruza los dedos para que sea de los nuevos.

Si el objetivo de la peatonalización de las calles es la humanización de la ciudad, deben crear servicios accesibles, baratos y facilitadores de las necesidades; en caso contrario, sólo están poniendo la ciudad más bonita a quienes viven en el centro, no a todos los onubenses.

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