Cada vez que llega septiembre, la brisa del Condado se me une a la de la marisma en una serie de recuerdos que abarcan nuestra propia Historia.

Para mí, septiembre siempre tendrá sabor palmerino, con aromas de mostos, con bullicio de feria, con luces de alegría y brindis entre amigos que bajo la sombra de nuestra parroquia en la Plaza de España nos unen en una eterna armonía, donde la fiesta, la procesión de la Virgen de Guía, la coronación de la Reina, el nacimiento del Vino y la simpatía tradicional de La Palma son ecos que dejaron fuertes raíces en nuestro corazón onubense.

Este año nuestra provincia celebra el 525 aniversario del Descubrimiento de América. Una fecha de oro para esos anales de orgullo que atesoramos en nuestra alma de esencia española.

Pasan los años y la eterna melodía de la gesta universal que se engendró entre los venerables muros de un monasterio franciscano en La Rábida renace con fuerza en los sentimientos de nuestra tierra.

Dos ecos de valor inolvidable palpitan en mi corazón. Uno, la hazaña de aquellos hombres -locos de siglos que hacen la Historia- que saltando la inmensidad del océano llegaron y al instalarse en las nuevas tierras regaron con vinos del Condado un nuevo mundo que nacía, plantaron sus cepas, recogieron sus uvas, exprimieron el corazón palmerino y lo convirtieron en rico néctar para una nueva vida como prolongación de la nuestra.

El otro, más reciente, es para una de las figuras más ilustres que La Palma del Condado dio a España, en sus valores de intelectualidad, abnegación, sacrificio y valía personal. Me refiero a Manuel Siurot, colombino de raza, que tanto habló, escribió y trabajó desde su puesto en Huelva como vicepresidente de la Real Sociedad Colombina y donde en tantas ocasiones actuó como primera figura de la Real Sociedad en eventos nacionales e internacionales.

Creo que es un deber, en este año en que el 525 aniversario del Descubrimiento es celebración general para toda nuestra provincia, resaltar el bautismo de América con los vinos del Condado y la egregia figura de un palmerino que elevó con su ciencia y saber la historia marinera de Huelva en la hazaña de sus hijos los marineros descubridores.

En La Rábida estamos reuniendo un emotivo museo de recuerdos y ha sido para mí un honor situar con los cuadros de colombinos ilustres el de don Manuel Siurot, que tanta gloria dio a la Real Sociedad y a España entera en la proyección de su figura.

Hoy, en estas nuevas Fiestas de la Vendimia que La Palma del Condado vive en el prestigio y la fama de sus celebraciones anuales, el hecho del Descubrimiento figurará también con acento palmerino, junto a los que toda la provincia ofrece en fecha tan singular.

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