¡Vaya cónsul!

Si indagan ustedes verán una trayectoria de incidentes poco diplomáticos en quien pretende dar lecciones

Con el mismo criterio de "clave de humor en un marco irónico-paródico", según algunos peticionarios de justicia ante la destitución del cónsul español en Washington D.C., haré mi comentario de hoy.

Y es que el Quique -hablando en tono amistoso, él llama a nuestra presidenta andaluza, la Susi- se ha pasado tres pueblos. Podría haber caído en su misma tentación y escribirlo en catalán, pero no vale la pena incurrir en el mismo estilo malaje, se define como mala sombra y según la zona de Andalucía tiene la acepción de mala f…á. Pero mire usted señor cónsul, no es que nos falte sentido del humor ni que estemos en contra de la libertad de expresión. ¿O acaso no le resultaría a usted, como mínimo molesto, que en lugar de referirnos a su cargo diplomático, le llamáramos Incitato?

Está claro que podría ser, ironías y libertad de expresión incluidas, tan inconveniente como el ponernos de incultos y medio analfabetos, sin incluir el sesgo ideológico de "dimisión ya", como si el tener un determinado acento, una forma de pronunciación… tuviera que ver o estuviera reñido con la cortesía, la cercanía al pueblo o la gestión del protocolo -bien sabe que esto último tiene carácter institucional-, con lo que su afirmación de desconocimiento afecta a quienes nos representan, no sólo a la presidenta.

La apelación a la descontextualización del tema -qué lujo cómo uno es capaz de escribir tan complicada palabra- es excusa demasiado burda y repetitiva para justificar una actitud o impertinente comentario como el suyo, señor Quique. Menos mal que es usted diplomático, porque de haber tenido otra profesión quién sabe cómo hubiera podido ser su improcedente comentario.

No soy dudoso en mi desconexión -palabra muy de moda en su tierra catalana en estos tiempos- respecto a las posiciones de Susana Díaz y más en el ámbito sanitario, que es mi profesión, pero si presumo de algo es de tener sentido y respeto institucional, lo que desde una posición discrepante no me impide defenderla como mi presidenta ante ofensas sobrevenidas por quienes desde el afán de notoriedad pretendan descalificarla. Y llegados a este punto, si indagan ustedes un poco, verán una trayectoria de incidentes poco diplomáticos en quien pretende dar lecciones de estilo.

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