Tropezar con la misma piedra

La torpeza humana hace que no siempre se recurra al pasado como fuente de información

No hay que vivir en el pasado pero sí tenerlo presente cuando se den circunstancias similares o prácticamente iguales a otras previas, algo frecuente. Si estamos abiertos a aprender de donde sea para resolver problemas y mejorar, el ayer debería considerarse, tanto a nivel individual como social, como una inestimable riqueza de información para el hoy y para el mañana. Por supuesto, eso no significa que se tenga que estar atado a él, sin poder cambiar rumbos o perspectivas. Eso sería un soberano error. Es evidente que sin algunos atrevimientos no se habrían producido determinados progresos en el arte, la ciencia o lo político, entre otros ámbitos. Ahora bien, lo que se advierte es que la torpeza humana hace que no siempre se recurra a esa fuente, sencillamente, por arrogancia o por desprecio; lo que justifica y da sentido a ese dicho de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Además, esas actitudes suelen venir acompañadas por ese hábito, denominado adanismo, de creerse pionero exclusivo en relación con una idea, actividad o cualquier otra cuestión, como si antes nadie hubiera caído en la cuenta, tuviera que ver o lo hubiera desarrollado. Y eso es lo que floreció, no sólo en España, sino en otros países, como consecuencia de la crisis y de la corrupción. Con ellas, el desencanto se apoderó de amplias capas de la población, lo que favoreció en el terreno político la aparición de partidos que ofrecían básicamente tres cosas, a veces, relacionadas: una, supuestas ideas totalmente novedosas; otra, soluciones fáciles y rápidas para asuntos complejos; y, por último, el que no cometerían los pecados, como la lucha de poder, de las formaciones tradicionales. En el contexto español pueden situarse dentro de los que poseen estas características a Ciudadanos; pero el más paradigmático al respecto, quien mejor las satisface es Podemos. Por cierto, su retroceso y su dificultad para, siquiera, recuperar espacios han avivado conflictos internos. Sus planteamientos ideológicos recuerdan claramente utopías decimonónicas caducas. Sus propuestas -buscando proyección mediática- no superan un examen riguroso. Y en cuanto a lo de los pecados y la disputa por el poder, basta con citar nombres para percatarse de que no van a ir al cielo: Iglesias, Errejón, Bescansa… y los que haya menos conocidos. Por eso, es procedente lo expresado al principio, no hay que vivir en el pasado pero sí tenerlo presente. Nos irá mucho mejor.

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