¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Traiciones

Las primarias dejan claro que Díaz debe guardarse de Cádiz, Málaga, Granada y Almería, donde sacó menos del 60%

Sin ellos no existiría el Nuevo Testamento, las películas de espías o los tangos. Los traidores son como esos desagradables animales de costumbres repulsivas que, sin embargo, resultan imprescindibles para el funcionamiento de un determinado ecosistema. Javier Cercas, en Anatomía de un instante -su libro sobre el 23-F- nos recuerda cómo los hacedores de la Transición fueron, sobre todo, un grupo de desleales. Si hubo un denominador común entre Suárez, Carrillo o Gutiérrez Mellado fue la traición a sus respectivos bandos. No hay historia sin felones, como no hay primavera sin flores.

La crisis del PSOE nos ha vuelto a demostrar que, en ese baile de máscaras que es la política, los danzarines siempre están al filo de ser traidores, traicionados o las dos cosas a la vez. El primero que padeció la mordedura de la deslealtad fue Pedro Sánchez, quien no sintió ningún rubor al engañar a venerables mandarines como Felipe González, pero que luego sufrió una de las conspiraciones internas más feroces de la historia del PSOE. Los dolorosos apuñalamientos de Antonio Hernando -uno de los parlamentarios más brillantes del arco rojo- y César Luena -un oportunista gelatinoso- tuvieron que recordarle cuán volubles son los afectos políticos. Que nadie dude de que Sánchez, antes de apagar la luz, rumia crueles venganzas.

Susana Díaz, por su parte, ha sido la peor parada en este juego de traiciones que han sido las primarias. Para más dolor, posee hasta el número exacto de los anónimos felones: 1.190, que es la diferencia entre los 60.203 avales que recogió y los 59.041 votos que obtuvo la noche del 21. Las regiones casquivanas tienen nombre: Aragón, Castilla la Mancha, Extremadura, Madrid y Murcia. Allí, la de Triana había ganado la batalla de los avales y, sin embargo, cosechó importantes derrotas en votos. En su fiel Andalucía triunfó, pero los resultados le dejan claro que se cuide mucho de las provincias de Cádiz, Granada, Málaga y Almería, donde quedó por debajo del 60%. La traición es posible. Tras el ocaso, Susana también tricota revanchas.

Aparte está el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, el gran camaleón del socialismo español, hombre hábil en la danza y el manejo de la daga florentina, el único agente doble del mundo que no esconde su condición. Su falsa neutralidad en las primarias ha sido una de las maniobras más cínicas de este proceso. El problema será cuando traicione cosas mucho más importantes que el PSOE. Nosotros no le daríamos la espalda.

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