Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Tourmalet

Francia no gana el Tour desde que Belén Esteban hizo la comunión, pero Macron se llevó a Trump

A los ciclistas del Tour les quedan diez kilómetros para llegar a la meta. Al frente, un australiano, que no habrá venido en bicicleta. Lo habrá hecho en canguro. O en la jabalina que no le dejaron lanzar a Miguel de la Quadra-Salcedo en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 por el boicot de España a la invasión soviética de Hungría. Franco se inventó la globalización tres años antes de que Eisenhower visitara España en 1959, el año que Federico Martín Bahamontes se convirtió en el primer español que ganaba la clásica francesa, que suena a Jeanne Moreau.

La columna en blanco es como una montaña empinada. España necesita una Vuelta Ciclista a Francia para encontrarse a sí misma. El país está en permanente proceso de desafecto consigo mismo. No se quiere. Tiene que irse lejos de casa para que lo quieran. ¿Se imaginan algún lugar de España donde los reyes Felipe y Letizia hubieran tenido un recibimiento como el que les han dispensado en su visita a Inglaterra? Aquí los escondemos, viven una suerte de exilio interior como el de su bisabuelo pero sin tener que hacer las maletas para irse a Marsella.

Me levanto y sólo les faltan cuatro kilómetros y medio. Van a llegar antes que yo. Mariano Haro en sus buenos tiempos seguro que les ganaba sin necesidad de subirse a la bicicleta. Francia no gana el Tour desde que Belén Esteban hizo la primera comunión, pero su nuevo presidente de la República es de la opinión de que la política es la continuación del ciclismo por otros medios. Puso a su lado a Donald Trump para escuchar los sones de La Marsellesa en el centenario de la intervención de Estados Unidos en la primera Guerra Mundial. Macron es un tipo sin complejos. Se sentía como si Francia se hubiera vuelto a quedar con el estado de Luisiana. Un holandés alza los brazos en señal de triunfo.

Aquí los calores pasarán por un nuevo 18 de julio, festividad de San Federico. En Sevilla han convocado una Vigilia Antifascista para sacar los restos de Queipo de Llano de la basílica de la Macarena. Hay quien piensa que allí están muy bien enterrados, porque corresponde a lo que fueron las letrinas de Casa Cornelio, la taberna donde se reunían los comunistas macarenos. Cuidado con las momias, no vaya a ocurrir lo que con la cruz de Gaztelumendi que en plena celebración se les cayó encima a los que habían organizado un aquelarres en pos de la memoria histórica.

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