tiempo de academia

Sixto Romero Sánchez

Profesor de la Universidad de Huelva. Presidente de la Academia Iberoamericana de La Rábida

Tomás Moro: Utopía y la política actual

Thomas More, o como se le conoce en español, Tomás Moro, venerado por los católicos, ya que el 31 de octubre de 2000 el papa Juan Pablo II lo proclamó santo patrón de los políticos y gobernantes, fue un humanista, teólogo, abogado, escritor y lord canciller de Enrique VIII procedente de la pequeña nobleza, estudió en la Universidad de Oxford y accedió a la corte inglesa en calidad de jurista. Su experiencia como abogado y juez le hizo reflexionar sobre la injusticia del mundo, a la luz de su relación intelectual con los humanistas del continente, entre ellos con Erasmo de Rotterdam. Su obra, catalogada como una de las de mayor renombre universal,fue la culpable de su ejecución por criticar el régimen monárquico de su época y los privilegios de la Iglesia.

Denunció la inmoralidad de la acumulación de riquezas y bienes como fuente de desigualdades, la pobreza, las guerras… ¡La misma música actual con actores distintos!

Sin duda, ideas que promovían los ideales democráticos de libertad, igualdad y fraternidad. Este año se han cumplido varios aniversarios, el 540 de su nacimiento y también se celebra el 502 de la publicación de su obra cumbre, Utopía. Son cinco siglos que se han caracterizado por estar marcado el pensamiento de los políticos humanistas y las orientaciones de la doctrina social de la Iglesia.

Tomás Moro, en esta obra, imagina la necesidad de implantar los ideales filosóficos y políticos del mundo clásico y el cristianismo. Esta creación intelectual es presentada mediante la narración y descripción realizada por un explorador, llamado Raphael Hythlodaeus (Hithloday en la traducción inglesa), al regresar a la sociedad europea. Utopía es una comunidad pacífica que establece la propiedad común de los bienes, en contraste con el sistema de propiedad privada y la relación conflictiva entre las sociedades europeas contemporáneas a Moro.

Llevamos en nuestro país, centrado fundamentalmente con hastío, en el problema de Cataluña, y de manera simpática los partidos políticos nos han atraído a las personas de bien a modo de atractor de agujero negro, hacia una permanente campaña electoral en la que las consabidas promesas de resolución de los problemas de los ciudadanos se quedarán en eso: promesas. Tal vez, porque la formación de nuestros políticos es tan leve, tan poco sólida, que olvida la crítica de eminentes pensadores, como lo fue Tomás Moro cuando afirmaba que el sistema inglés creaba ladrones para luego castigarlos con la horca. Afirmaba: "… la sociedad debe ser regida por la política como defensora del bien común y no por la religión, que la política debe obedecer a la ética, que se debe avanzar en la participación ciudadana y la autogestión, que la propiedad privada debe transformarse en propiedad colectiva, que es necesario un sistema de seguridad social en condiciones, que los magistrados deben ser elegidos por votación secreta…".

¿Tal vez?, en la actualidad, la política en su conjunto debería hacer un guiño al humanismo clásico de Moro donde los movimientos humanistas, revolucionarios y, sobre todo, socialistas, se conjuraran en una interpretación de un anhelo de lucha para conseguir un mundo más justo, equitativo, libre y solidario. Coincido con el padre Pedro Pierre: "… en tiempo de campaña nos debemos inspirar en el pensamiento del gran humanista inglés para desentrañar las causas de las injusticias, la pobreza, la corrupción….". También habría que añadir la denuncia de la falta de respeto a los valores educativos y culturales y poner en marcha alternativas de vida digna y de alimentación sana.

En Tomás Moro es posible encontrar ciertas críticas encubiertas a la sociedad de su época, para lo que utiliza al personaje de Hythloday. Un ejemplo de ello tomado del texto sería: "Así, cuando miro esas repúblicas que hoy día florecen por todas partes, no veo en ellas -¡Dios me perdone!- sino la conjura de los ricos para procurarse sus propias comodidades en nombre de la república. Imaginan e inventan toda suerte de artificios para conservar, sin miedo a perderlas, todas las cosas de que se han apropiado con malas artes, y también para abusar de los pobres pagándoles por su trabajo tan poco dinero como pueden. Y cuando los ricos han decretado que tales invenciones se lleven a efecto en beneficio de la comunidad, es decir, también de los pobres, enseguida se convierten en leyes".

¿No suena a la misma melodía y situación actual en el mundo, en España…?

Los hombre y mujeres de nuestro país necesitan un totum revolutum en la organización de proyectos futuros para hacer avanzar las utopías que en el mañana se conviertan en realidades.

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