La esquina

josé / aguilar

Susana inquieta a Pedro

SI Susana Díaz estuviera de verdad harta de que le pregunten por sus relaciones con Pedro Sánchez y cansada de las especulaciones sobre si está moviéndole su precaria silla de secretario general del PSOE, lo tendría fácil. Con que no hable más y mande no hablar a los suyos sería suficiente.

No puede hacerlo por una sencilla razón doble: porque ella es objetivamente el mayor referente nacional del socialismo y porque, subjetivamente, no ha abdicado de su ambición de serlo también en lo orgánico (Secretaría General del PSOE) y en lo político (candidatura a las elecciones generales). Por eso repite tanto lo de los trenes que llegan y pasan, vuelven o no vuelven a pasar, pero siempre recorren el trayecto que va de Andalucía a Madrid.

Los dimes y diretes de los últimos días han desembocado, por lo menos, en una cosa clara y a plazo fijo: si el PSOE no remonta en las elecciones municipales y autonómicas de la primavera de 2015, Pedro Sánchez no tendrá asegurada su victoria en las elecciones primarias para designar al candidato a la Moncloa en las generales del mismo año. O Susana misma o alguien elegido por ella le disputarán la nominación.

Pero, aparte del riesgo para la buena salud del socialismo patrio, el emplazamiento de Susana a Pedro está rodeado de dificultades y aristas. Las resumo en dos preguntas. ¿Quién decide si el resultado de las municipales y autonómicas es bueno o malo? Con toda seguridad, Susana Díaz lo verá de manera distinta a Pedro Sánchez. Y si las primarias socialistas las gana alguien diferente a Sánchez, ¿convivirá con éste como secretario general o impondrá un congreso extraordinario -otro- para quitarlo, añadiendo más inestabilidad, desconcierto y confusión al partido? Hay que recordar que a Sánchez le obligaron a ser sólo secretario general y ponerle a prueba antes de las primarias. Y a prueba sigue.

Lo que los socialistas han hecho tras la dimisión de Rubalcaba a partir de su estrepitosa derrota electoral ha sido un error cuyas consecuencias están pagando todo este tiempo. Pedro Sánchez debió ser refrendado como líder y candidato electo por la mayoría del partido. Bueno, quien dice Pedro, dice Susana... si se hubiera presentado. Pero no lo hizo ante la perspectiva de no ser aclamada. Y puesto que no lo hizo, su misión y su deber de socialista de referencia le obligaban a cerrar filas con el otro. Ha optado por los trenes que van y vienen y tiene a Pedro Sánchez en la cuerda floja.

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