La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Susana desoye a Pedro

Que Puigdemont es más tóxico que Rajoy debería de entenderlo incluso Sánchez: es el enemigo principal de la democracia

Recuerdan a Susana Díaz en el congreso de su reelección exigiéndole a Pedro Sánchez que no le obligara nunca a elegir entre el interés de Andalucía y el interés del PSOE? Era una advertencia que contenía en sí misma la decisión de activarse más temprano que tarde. De alguna manera, la líder del PSOE andaluz avisaba al líder del PSOE nacional -que acababa de derrotarla en toda la línea- de que no iba a obedecerle en todo. Que no asumía su victoria sin condiciones.

Cataluña le ha concedido a Susana la oportunidad de ejercer una deslealtad más que justificada. Lo ha hecho de la mano de Ciudadanos, cuya proposición no de ley para respaldar al Gobierno del PP y las demás instituciones del Estado en su lucha contra el órdago independentista salió adelante el jueves en el Parlamento andaluz gracias al voto de socialistas y populares, aparte del propio C's. El bloque constitucionalista al completo y sin ambigüedades.

Ahora bien, esa misma propuesta es la que el Grupo Parlamentario Socialista había rechazado en el Congreso de los Diputados por no incluir una apelación al diálogo entre Cataluña y España y, según dijo Pedro Sánchez, por el oportunismo del partido de Albert Rivera al promover una negativa dialéctica de bloques ("Todos somos constitucionalistas", comentó como si nunca hubiese oído hablar a Pablo Iglesias, Rufián o los de Bildu).

Después Sánchez pretendió, como es lógico siendo secretario general, que todas las organizaciones territoriales del PSOE siguieran la misma política y la Ejecutiva federal les mandó que no secundaran las iniciativas de los órganos periféricos de Ciudadanos. Esta es la directriz que Díaz se ha pasado por el forro de sus convicciones. Los suyos han votado lo mismo que Juan Marín: apoyo pleno al Gobierno en su defensa de la Constitución, sobre todo de la parte de la Constitución que habla de la soberanía nacional y de la parte que habla de la unidad de España.

Dejando a un lado lo que tiene de dramático episodio de la guerra inconclusa entre Pedro y Susana, la actitud de la presidenta de la Junta es justa y razonable. Ante el desafío separatista no cabe otra que ponerse al lado del Gobierno. Que Puigdemont es más tóxico que Rajoy debería entenderlo incluso Pedro. Es el enemigo principal a día de hoy de la democracia española, y derrotarlo, una prioridad. Susana sí lo ha comprendido. Como demócrata y como presidenta de Andalucía, que también juega este partido.

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