Sociedades bulímicas

Las sociedades actuales se han convertido en muy competitivas, desiguales e individualistas

L style="text-transform:uppercase">as posibilidades de generar imágenes de modo metafórico sobre las sociedades son enormes. Así, es posible etiquetarlas de abiertas, alegres, tradicionales, etc. Se trata de una simplificación, resaltando sólo algunas de sus características para, a partir de ellas, describirlas. De esta forma, se corre el riesgo de relegar sus complejidades -especialmente, las de las más desarrolladas-; ahora bien, eso no es óbice para darse cuenta, a la vez, de que, con frecuencia, se les podrían adjudicar calificativos incompatibles; algo similar a las contradicciones que se dan en los refranes. Particularmente, desde hace tiempo, recurro a un trastorno alimenticio para representarlas. En concreto, utilizo la expresión sociedades bulímicas. Quizás llame la atención pero el símil en el que se basa es que, por un lado, las sociedades se han convertido en tremendamente competitivas, desiguales e individualistas y, dado que no todos sus integrantes ganan, alcanzan puestos elevados y son autosuficientes, se generan en otros efectos negativos, como frustraciones, pobreza y déficit de apoyo comunitario. Y, por otro, bastantes de los que se suben al podio -aunque no todos-, cuando se ven sometidos al peso de la conciencia ante ciertas realidades, aligeran esa carga moral a través de algunas acciones -que denominan de solidaridad, cuando no son más que de caridad interesada para estar más cómodos y justificados-. Esto es, se continúa con el mismo estilo de vida y esquemas mentales; se mantiene el statu quo, con el que se han logrado beneficios diversos y, después, como descanso de la conciencia y como inversión para un pedacito de cielo cuando se fallezca, se hace un donativo, unas tareas gratuitas para pobres, una comida para recaudar fondos para una supuesta buena causa o algo parecido. En ese contexto, no se habla de derechos, no se enfoca nada en esa dirección, así como tampoco se procura hacer cambios que acerquen a la justicia. ¿Por qué? Pues porque -de manera figurada- se ha comido más que suficientemente y, para no sentirse inflado y engordar, se hace uso del vómito. En el triste caso de Nadia Nerea, la niña con una presumible enfermedad rara, seguro que mucha gente ha hecho aportaciones económicas de todo corazón, pero el llegar hasta donde se ha llegado -se ha publicado que su padre ha estafado y ganado más de 150.000 euros- ha sido facilitado por las condiciones que proporciona eso que he dado en llamar las sociedades bulímicas. Si le apetece, tome nota.

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