El crecimiento de la economía española se está produciendo a costa de la transferencia de rentas del trabajo a los excedentes empresariales. Esta es una realidad, como también lo es que las cotizaciones a la Seguridad Social han descendido pese al aumento del empleo y lo han hecho por una doble razón: la reducción de salarios y la contratación a tiempo parcial. Con razón y no poca ironía para quien sepa detectarla se dice que estamos produciendo lo mismo con menos empleados. ¿Habrá una mejor forma de tomarnos por botarates?

Flexibilizar el mercado laboral no está mal, lo que está mal es hacer fraude y que el mismo, sea a costa de la precariedad; me explico. Es vergonzoso el desajuste de horas contratadas respecto a las horas efectivamente trabajadas, ante la mirada para otro lado de quienes han de estar vigilantes para que eso no ocurra; es decir, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

La teoría económica suele generar argumentos que aportan salidas airosas a realidades injustas. Si el sacrificio es en base a la reducción de salarios, una vez agotado el crédito que casi se lleva por delante al sector financiero, se garantizan precios más moderados pero la realidad acabará demostrando a futuro, que para subir con un punto de esfuerzo los salarios, necesitaremos tres en concesiones de sentido contrario.

El liberalismo en lo económico tiene la línea roja que delimita el escenario del fraude, terreno a partir del cual se convierte en otra cosa, causa de su desprestigio y fracaso.

Cuando una economía basa su crecimiento en la transferencia de las rentas del trabajo, puede salir de la crisis si las bases estructurales son sólidas; no lo son en el caso de la economía española, que no está sabiendo adaptarse al nuevo escenario global y tecnológico.

Decir que el Ministerio de Trabajo tiene una ministra responsable de este inmenso fraude, cuyo nombre empieza por la misma efe que Fátima, es afirmar una falacia porque en la política española, jerarquía manda.

Esto está consentido por quienes gobiernan y por la oposición interesada, porque abrir determinados melones quita votos y obliga a tomar partido.

Feo asunto para peor escenario futuro.

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