Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

Sánchez Gordillo, caballo de Troya

LLEGADOS a un punto determinado del escrutinio, el problema del PSOE en las próximas elecciones andaluzas no será ya mantener la mayoría absoluta sino qué hacer con ese posible socio que se llama Sánchez Gordillo.

Cuando Manuel Chaves dijo hace unos días, así, mirando para adentro del partido, que si no ganaba las elecciones ponía su cargo a disposición, más que un formulismo parecía estar enviando dos mensajes: la necesidad de tomarse en serio una campaña sobre la que asoma el fantasma de la abstención, y la conveniencia de tener las manos libres en todos los planos para hacer lo que crea oportuno si llegado el caso el PSOE no consigue mayoría absoluta y tiene que negociar con socios posibles.

La figura de Sánchez Gordillo puede empujar incluso a simpatizantes socialistas a votar a Valderas para evitar que el de Marinaleda se haga con el control de IU en el Parlamento andaluz y tratar de evitarle así un grave contratiempo a Manuel Chaves. Porque el problema del PSOE con IU no es la pinza, por mucho que diga Pizarro y compañía, el problema es el garrote que lleva Sánchez Gordillo camino del Parlamento para convertir la Cámara en una caja de resonancia de una manera de entender la izquierda que conecta en determinados aspectos con Batasuna.

Y lo que es peor, cualquiera sabe qué podría pasar si por esa manera radical que algunos sectores tienen de entender la política en clave antisistema hay mucha gente que ve en el alcalde de Marinaleda el caballo de Troya a partir del cual introducir en una institución como el Parlamento el discurso contra o antiinstitucional.

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