la firma

Antonio / Fernández Jurado /

Reflexionando

EN estos días, muchas cosas se me suscitan para comentar. Desde las cuestiones cofrades -¡suerte, pregonero!- hasta las futbolísticas como las propiciadas por ese espécimen empresarial televisivo y sus súbditos de la LFP, planteando un partido la noche del Lunes Santo en Sevilla, agudizando la ya comentada falta de respeto, al límite de la posible estafa, para los ciudadanos y aficionados al fútbol. Pero, sin duda, lo más trascendente está en el fin de semana y hoy mismo la, tradicionalmente, llamada de reflexión en el argot electoral.

Esperemos sosiego, esa tranquilidad que ha faltado en la misma jornada ante eventos anteriores y que pusieron en riesgo el criterio de libertad que es el ejercicio del derecho a votar. Que el talante democrático y respeto a la voluntad de los ciudadanos, no se vea condicionado por nada, ni nadie salvo su propio análisis individual sobre su situación y la del entorno, sin presiones propagandísticas, para eso hubo toda una campaña electoral, ni movimientos orientadores de tendencia alguna y mucho menos, promovidos desde grupos o afinidades, aunque sean individuales, vinculados o próximos a las fuerzas políticas en competencia, ni siquiera con estilo pacífico o en paseos ciclistas.

Y, precisamente, ha de ser así por lo mucho que nos jugamos, sea cual sea la posición individual de cada uno. Lo que decidamos, no solo hay que respetarlo sino que es nuestra elección de futuro para los próximos cuatro años y ello, no solo debe ser sagrado, como resultado, sino impecable en su concepción.

Es nuestro derecho y nos deben respetar su ejercicio libremente. Nada está decidido por nadie ajeno a cada uno, nada es imposible y todo es posible, pues todo depende de nuestra voluntad, de nuestra capacidad para afrontar el desafío de elegir a quienes van a gestionar el futuro de nuestra tierra y, en consecuencia, de nuestras vidas y los nuestros. También, el voto, es nuestro mayor y mejor poder y, por tanto, debemos ser cautos, inteligentes y sabios en su uso para elegir y decidir lo que de verdad creemos y pensamos podemos necesitar. Con convicción, de frente, sin huir de la responsabilidad y sin más mediación que el análisis de las propuestas de la campaña, la fiabilidad de los mensajes y el perfil de confianza que nos generan los teóricos ejecutores de todo ello. En definitiva, hagamos este ejercicio de reflexión y libertad para decidir según nuestras preferencias individuales -siempre respetables- y con esa decisión, contribuyamos a tener una Andalucía cada vez más próspera, más justa y más solidaria, para bien de todos.

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