Recuerdo Payne

Me reencuentro con Stanley Payne por su libro para leer y devorar 'En defensa de España'

Después de años dejándome las retinas sobre todo lo que estuviese negro sobre blanco hay algo de lo que no me canso y es de leer cosas de España, pero vista por otros, por lo que se ha dado en llamar hispanistas. O lo que es lo mismo, autores extranjeros que han amado a España. Unos mejor que otros, claro. Citar a Kamen, Elliot, Bolloten, Ford o Thomas es inevitable para mí. Son innumerables. Curiosamente la mayoría de ellos procedentes del mundo anglosajón. Justo allí donde nace la indecente, falaz y mentirosa leyenda negra antiespañola. Gracias a Dios ya son hoy decenas los historiadores españoles y sajones que están revolcando de arriba a abajo esa estúpida maldad que, para colmo de los colmos, hasta los españoles terminamos creyéndola. Todavía una izquierda extrema, montaraz y rancia la transporta en sus neuronas, allá ellos. Aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid para recomendar, una vez más, uno de los mejores libros del año y de la década: Imperiofobia y Leyenda Negra de la investigadora del CSIC María Elvira Roca Barea. Un bombazo en la frente.

Pero dentro de mi debilidad por aquellos representantes de lo que se ha dado en llamar "la otra mirada", los hispanistas, ando ahí con un nombre que colma mis admiraciones. Se trata del catedrático emérito de Historia de la Universidad de Wisconsin, el profesor Stanley Payne. Lo leía antes de conocerlo en La Rábida. Después de estar con él en la Universidad de Verano onubense sólo se acrecentó mi devoción por él. De este encuentro, si mi endeble memoria no falla, tiene que hacer veinte años o más. Fue en un curso que organizó el profesor Sánchez Saus, catedrático de Historia de la Universidad de Cádiz y compañero en las labores de columnista habitual de esta casa, en nuestra sede de Diario de Sevilla. El curso fue sobre la Guerra Civil Española, materia en la que Payne es autoridad mundial irrefutable. Inolvidables días con dos maestros que trataban de aclarar y enseñar a un grupo de estudiantes, entre los que estaban los habituales y escasos zoquetes que creen que saben algo y lo ignoran todo.

En estos días me reencuentro con el profesor americano, amante fervoroso de España. Ha sido por un libro suyo para leer y devorar, y también, por qué no, para regalar esta Navidad si no tiene mejor cosa que hacer. Se trata de En defensa de España. El título lo dice todo. Poco más de doscientas páginas para darles en la cabeza con ellas a los indigentes mentales que despotrican de esta nación trimilenaria, gloriosa y ejemplar. Con sus defectos, pero ejemplar. Disfrútenlo.

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