AL COMPAS DE HUELVA

JoSé Sánchez / Canales

La Rábida sigue esperando

Ylos Lugares Colombinos también. ¿Qué puede esperar La Rábida y los Lugares Colombinos a estas alturas, después de haber perdido tiempo a una singular participación en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y, andando el tiempo, llegada la fecha mítica de 1992, hubo quien también se adelantó o tuvo los apoyos necesarios -todo habría que analizarlo con detenimiento, pasiones y fanatismos a un lado- para organizar una Exposición Universal en la misma y vecina ciudad invocando su proyección netamente americanista por el simple hecho de haber sabido sacar partido y partidas a la gran gesta protagonizada por Huelva 500 años antes. La verdad es que en Huelva solemos ser como las gaseosas antiguas, con derroche de entusiasmo a raudales y luego nada o casi nada.

Sí, nos encontramos ante el cuento de nunca acabar, y como botón de muestra, fíjense que la conmemoración del centenario de Platero y yo apenas ha sobrepasado las fronteras provinciales por mucha proyección internacional de la que se viene presumiendo. La ocasión propiciaba una mayor penetración hacia el exterior, pero al parecer doctores hay en el tema y la verdad por delante es que el esfuerzo tiene que dar sus frutos y a partir de ahora se conocerán más cosas -que es lo importante- de la figura y obra de nuestro Juan Ramón Jiménez Mantecón. La gran ocasión hubiera sido coincidir con la declaración de La Rábida y los Lugares Colombinos como Patrimonio de la Humanidad.

¡Ay, La Rábida! Tan dejada a su suerte los últimos años que, de no haber sido por la oportuna aunque tardía iniciativa de la Diputación Provincial, hubiera corrido la misma o peor suerte que el monasterio cuando -repito- de no haber sido por la intervención de un gobernador de la época fue decretada su destrucción. Lo del centenario del libro en cuyo éxito no llegó a pensar el propio poeta de Moguer, las obras de remodelación del entorno del cenobio franciscano -y como auténtico hito la recuperación del monolito del IV Centenario del Descubrimiento-, y como rúbrica, la reciente confirmación del más que seguro emplazamiento del puerto de Palos de la Frontera, son acontecimientos que deberían constituir valiosos argumentos para esa declaración de La Rábida por parte de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

¿A qué se espera para conseguir esa declaración en medio de una lamentable falta de unanimidad en las fuerzas políticas y sociales para, además de tantos y tantos elementos que justifican una distinción de tal calibre, obviar aquélla declaración de La Rábida y los Lugares Colombinos como Parque Histórico-Artístico -véase el Boletín Oficial del Estado-, algo que viene a confirmar y demostrar la indolencia y apatía de los onubenses en general, tan olvidadizos y yo diría que incluso irresponsables al no haber sabido sacar el necesario rendimiento a un instrumento legal de tal rango, que hubiera posibilitado esa tan necesaria proyección internacional del conjunto formando por La Rábida, Palos de la Frontera y Moguer, y hubiera servido para reivindicar de una vez por todas el no menos mítico Guggenheim ofertado por don Manuel desde la Junta de Andalucía para compensar el agravio de otro don Manuel desde Madrid, dejando en la capital de España una Casa de América que le cae un poco grande a los madrileños. Todo apuntaba -ingenuos que somos, además- a hacer de Huelva como capital la Sede Permanente de la Secretaría General de la Cumbre de Jefes de Estado Iberoamericanos. Todo un sueño de verano en el que seguimos envueltos. ¿Hasta cuándo?

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