Problemas en la ciencia

En el ámbito de la ciencia han crecido el fraude, la banalidad y la falta de reproducibilidad

E style="text-transform:uppercase">n la actualidad, todo lo que esté acompañado del término ciencia o sus derivados tiene, en general, peso y prestigio. Por esa razón, determinadas marcas los utilizan en sus anuncios, asegurando que está probada científicamente la característica que se atribuye al producto, para hacer más creíble el mensaje. Algo similar sucede en algunos medios de comunicación, empleando coletillas de según la ciencia, con el fin de someter cualquier discrepancia con el contenido de la noticia. Pero eso es desde hace poco, antes había otro panorama. Además, hay incluso historiadores de la ciencia que cuestionan que la misma sea tan antigua como se piensa porque sitúan sus comienzos, tal como hoy se concibe, en tiempos recientes; aunque, eso sí, con muchos antecedentes. Pero volviendo al inicio, hay que reconocer que existe una cierta actitud reverencial hacia ese conjunto de conocimientos derivado de una concreta metodología. ¿Es eso negativo? No necesariamente. Sin embargo, conviene tomar conciencia de que en las últimas décadas ha aparecido una serie de problemas que restringe su credibilidad, como son el fraude, la banalidad y la falta de reproducibilidad de un gran número de investigaciones, y estos no son temas que sólo deban preocupar a los que viven de ella o se encuentran en su entorno, porque nos afecta a todos. Las razones de esos problemas son, por supuesto y básicamente, por intereses lucrativos o por motivos de promoción y de prestigio personal. Por ello, el fraude ha crecido exponencialmente. Se publica y se publica pero -sin que se salven las revistas más reconocidas porque, a veces, ellas también forman parte de los problemas- no siempre puedes fiarte, porque se falsifican datos, se manipulan resultados, se plagia, etcétera y pasa en todas las disciplinas. Por otra parte, relacionándose con lo anterior, con el afán de hacer currículum se publican muchos artículos que no poseen la menor importancia, con evidencias superfluas o que dan totalmente igual. Y, para más inri, como supuestamente hay que ser novedoso de manera permanente, no se suele replicar nada y eso puede ser muy nefasto. Por ejemplo, en el campo de la salud, se difunden tipos de tratamiento, bien sea para el cáncer, depresiones, etcétera sobre los que no hay suficiente evidencia de su eficacia, ni seguimiento, y, no obstante, se aplican porque es lo último, porque acaban de salir, y, a lo mejor, no sólo no sirven para nada, sino que pueden ser perjudiciales. Tenga cuidado y no se deje engatusar fácilmente.

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