Presos de la incertidumbre

Quién iba a decir que vendrían vientos de mala política y de retroceso ético, de derechos y libertades

Hacer predicciones es fácil; basta con especular un poco, recurrir a la experiencia, seleccionar los ingredientes, ponerlo todo en una coctelera mental, agitar y servir en plan ceremonioso, para que parezca que profetizamos con seguridad. Lo vemos de continuo en los medios de comunicación, bien sea por parte de políticos o de articulistas; si bien, también es posible comprobarlo con amigos o gente cercana. En todos los casos, algunos pontifican de manera verdaderamente apabullante. Pero el problema, obviamente, no está en la realización de predicciones, que las puede ofrecer cualquiera, sino en el que se acierte con las mismas. Y, en este sentido, a la vista de los resultados, cada vez parece más conveniente poner en duda los vaticinios de otros y, quizás, lo más importante y saludable para no sufrir decepciones, cuestionar los propios. De este modo, podría recomendarse una especie de estrategia y, a la vez, ejercicio intelectual que consistiría en escuchar lo que predice otra gente; a continuación, elaborar las propias predicciones, y concluir que en ambos casos el resultado será el de equivocarse; que no va a ser, precisamente, lo que han pensado o creemos que sucederá; por lo menos, en los tiempos que estamos viviendo. Las suposiciones sociales, políticas y económicas que hace algunas décadas se hacían de cara al futuro, cuando todo apuntaba a un progreso ilimitado, se han ido al traste estrepitosamente y han errado de forma similar a las de las películas en las que aparecían los seres humanos del siglo XXI vestidos con trajes de marcadas hombreras puntiagudas, con cejas elevadas en los extremos y con armas provistas de rayos mortíferos. Lo mismo que la visión del pasado se ve mediatizada por el presente, la que corresponde al futuro se encuentra contaminada por las circunstancias actuales y por nuestra incapacidad para desplazarnos a otras coordenadas. Que se sepa, nadie presagió en su día la realidad en la que nos encontramos, que si hubiera que ponerle un calificativo, muy probablemente, el más adecuado podría ser el de incierta. Minuto a minuto, la incertidumbre es la auténtica protagonista de las cuestiones generales pero que irremediablemente nos afectan en lo más cercano de nuestras vidas. Quién iba a decir que vendrían estos vientos de mala política y de retroceso ético, de derechos y libertades. Y la elección de Trump ha sido el remate, que todo el mundo padecerá. No seamos ingenuos, el pueblo, como las predicciones, también se equivoca.

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