U NA ciudad se define por su capacidad de generar situaciones o momentos en los que pueda sentirse representada. Unido a ello está la capacidad de la misma por ser fiel a su pasado y respetar las huellas que la historia ha dejado marcadas de forma indeleble en su personalidad. Pasado y presente unidos para generar un espíritu de futuro en el que todos se sientan identificados y partícipes. Eso es lo que Huelva ha vivido esta semana de la mano de dos acontecimientos de singular relevancia. Por un lado, la firma del convenio entre la Junta de Andalucía y la Universidad ha servido como punto de partida para que se inicie el proceso de estudio y catalogación de lo que Huelva ha sido durante su historia. De otro, la celebración del 42 Festival de Cine Iberoamericano ha servido para demostrar lo bueno que se está haciendo ahora. Fruto de ambos esfuerzos, la Huelva del futuro se dibuja en el horizonte.

En una ciudad en la que el respeto a su legado histórico es algo más que reciente, el plan arqueológico que va a iniciar la UHU de la mano del equipo de Juan Campos es algo más que una buena noticia. Huelva carece de autoestima de su historia y, a pesar de que siempre se ha hablado de que Tartessos plantaba aquí sus coliflores nunca se ha generado entre la ciudadanía un orgullo patrio acorde con su pasado. Conseguir por fin la puesta en marcha de una catalogación científica que sirva para demostrar que podemos ser los más antiguos de occidente es un pequeño paso que debe servir para dar un gran salto hacia adelante.

Por otra parte, la recuperación de las señas de identidad del Festival de Cine Iberoamericano y su regreso a la primera línea de la actualidad del mercado del celuloide internacional han de ser ponderados en su importante medida. Tras años en los que habíamos dejado languidecer un orgullo cultural, esta semana hemos comenzado a recuperar sensaciones de orgullo casi olvidadas. No es que debamos tirar las campanas al vuelo, pues andamos casi como los bebés de un año, pero sí hemos de convenir en que con paso corto y mirada larga nos dirigimos con certeza hacia un buen norte.

Y ahí es donde confluyen ambas realidades vividas esta semana. El plan arqueológico y el renacimiento del festival permiten augurar una Huelva del mañana libre de rémoras y estereotipos. Una ciudad en la que cultura, patrimonio e historia se dibujen como señas de identidad. Si en nuestro entorno estamos cansados de ver ejemplos de venta de elementos de mucha menor valía, por qué no hemos de reivindicar nosotros elementos cargados de recorrido para escribir nuestro futuro. Comenzamos a andar un largo camino y necesitamos para ello aunar voluntades alrededor del interés común. Que ya está bien de morir en el intento víctima de cainismos trasnochados.

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