Surcos nuevos

Jaime De Vicente Núñez

La Pepa y Puerto Rico

Me parece haber oído al paso que la selección española de fútbol va a jugar un partido amistoso con la de Puerto Rico. Este evento servirá para que los aficionados a este espectáculo conozcan a algunos jugadores no habituales de las páginas de los diarios más vendidos de España, o sea, los deportivos. Ojalá fuera también la ocasión para conocer otros aspectos de un país que posee unas características singulares en el conjunto de la Comunidad Iberoamericana.

Por mi parte, he tenido la oportunidad de conocer algo mejor Puerto Rico a raíz de su presencia en 2009 en el Otoño Cultural Iberoamericano como país invitado, junto a Cuba y República Dominicana. Mi principal mentor ha sido Ramón-Darío Molinary, director de la Casa de Puerto Rico en España y presidente de la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera en Madrid, responsabilidades que reflejan una de sus preocupaciones vitales: la puertorriqueñidad desde una visión abierta, nacional y universal; entendiendo por puertorriqueñidad, más allá de la denominación oficial de Puerto Rico como Estado Libre Asociado, en palabras del académico Fernando Chueca Goitia, como la "independencia en el más alto y completo sentido de la palabra, respetuosa con las aportaciones españolas y estadounidenses". Ayer, 19 de marzo, se cumplió el segundo centenario de la Constitución de Cádiz, llamada La Pepa por la festividad del día en que se firmó. En una nación ocupada por el Ejército francés, en la que sólo Cádiz, la isla de León (San Fernando), la América española y Filipinas permanecían libres, se promulgó la primera Constitución de España, que cerraba siglos de poder absolutista de la Monarquía y consagraba la soberanía popular, la división de poderes y la libertad de expresión. Uno de los 184 diputados firmantes, entre los 52 llegados de Ultramar, fue, como recuerda Adolfo Pérez-Comas en un documento que me envía Molinary, un joven capitán de fragata puertorriqueño, de 37 años, Ramón Power, que tuvo el honor de ser el primer vicepresidente de las Cortes de Cádiz.

Power, que moriría meses después víctima de la epidemia de fiebre amarilla que asoló la capital gaditana, constituye hoy un símbolo de la unión indeleble entre la que nuestro Juan Ramón llamó la Isla de la Simpatía y España en la común patria iberoamericana. Algo bien distinto de lo que dictaminaba un informe de la Casa Blanca del año 2005: "El país (Puerto Rico) y su gente son una posesión de EEUU, que incluso pueden ceder, traspasar o vender a otro país".

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