Patria vasca

Fernando Aramburu ha escrito la gran novela de cuatro décadas de fascismo etarra

Que Fernando Aramburu resida en Alemania ha influido tal vez para que no fuera demasiado conocido en nuestro país, a pesar de que desde hace veinte años viene dando muestras de su calidad, premiada en la novela satírica Años lentos (2012, Premio Tusquets Editores y Premio de los Libreros de Madrid) y en los cuentos de Los peces de la amargura (2006, Premio Vargas Llosa NH, Premio Dulce Chacón y Premio de la Real Academia Española), en los que ya abordaba los mismos temas de Patria, el gran éxito editorial del pasado otoño, que ya ha recibido el Premio Francisco Umbral al Libro del Año. Aunque algún crítico ha dudado de sus cualidades literarias, Patria es una muy buena novela, que además tiene la virtud de su fácil lectura para un lector normal.

La narración es ágil y está salpicada por recursos literarios poco usuales, como las oraciones inacabadas con final implícito ("¿y por qué no ibas armado el día en que?), los cambios en el mismo párrafo del relato del narrador a la primera persona, o la intercalación de preguntas y respuestas, como las que cierran la novela: "El encuentro se produjo a la altura del quiosco de la música. Fue un abrazo breve. Las dos se miraron un instante a los ojos antes de separarse. ¿Se dijeron algo? Nada. No se dijeron nada". La componen 125 capítulos, breves, que son otras tantas piezas de un mosaico que refleja el paisaje humano de un pueblo de Euskadi invadido por una atmósfera de nacionalismo radical, que hace difícil la respiración hasta a los indiferentes, tachados de tibios o cómplices del estado opresor; se hace el vacío, se coacciona y se mata al empresario que niega el impuesto revolucionario, y hasta los crímenes ("lucha armada") son justificados por unos y cuentan con el silencio cobarde de los más.

Esta situación es narrada desde los puntos de vista de los integrantes de dos familias, cuya relación de estrecha amistad es rota por la circunstancia de que el padre de una de ellas es un empresario señalado por ETA y uno de los hijos de la otra evoluciona desde la kale borroka a su plena integración en la banda. Para mí, además de haber escrito la gran novela de cuatro décadas de fascismo etarra, el mérito de Aramburu reside en que traslada al lector al escenario de la novela y lo convierte en observador privilegiado, que no indiferente, de hechos que, como hacen las madres protagonistas, pueden perdonarse pero no olvidarse.

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