La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Panorama en Cataluña

La aplicación del 155 estaba ya justificada el 6-7 de septiembre, cuando se aprobaron dos leyes que vulneraban la Constitución

Uno. Gracias, Puigdemont. Tras ímprobos esfuerzos e incontables mentiras, Carles Puigdemont ha conseguido lo contrario de lo que buscaba: la Fiesta Nacional ha sido una eclosión popular nunca vista, el bloque constitucionalista se ha asentado, el PSOE ha abandonado la ambigüedad, los manifestantes con bandera española en Barcelona se han multiplicado por trece, la iniciativa en el conflicto la tiene ahora el Estado democrático y la independencia está más lejana. ¡Qué éxito!

Dos. Gila al aparato. ¿Es el enemigo? ¿Ustedes van a parar mañana? La respuesta de Puigdemont al requerimiento de Rajoy será tan al estilo de Gila como su declaración de independencia y suspensión automática del pasado martes. Que sí, que no y que no pero sí (la firma del manifiesto por los diputados insurrectos). Es correcto el ultimátum del Gobierno: todo lo que no sea no es una confirmación del sí.

Tres. El 155 es inevitable... Cuando el arco se tensa, la flecha sale disparada. No la tensó el Gobierno de la nación el 11 de octubre, sino los separatistas en el Parlament los días 6 y 7 de septiembre. Aprobaron una ley que autoriza un referéndum de autodeterminación que vulnera la Constitución -por arrebatar al resto de los españoles su soberanía- y otra ley que, en función de ese pretendido referéndum, instaura una república catalana que también destroza la Constitución vigente (monarquía parlamentaria, unidad de España) y el Estatut d'Autonomía. Motivos más que suficientes para intervenir la autonomía catalana.

Cuatro. ... Y debe ser gestionado con prudencia. Sólo se justifica una intervención acotada en el tiempo, que restaure el orden constitucional, garantice la seguridad en las calles y la libertad de los ciudadanos y se encamine hacia unas elecciones autonómicas a corto plazo que aclaren el panorama.

Cinco. Trampa.La mediación es, a la vez, una trampa de Puigdemont para ganar tiempo y lograr oxígeno internacional a la desesperada y un imposible: la democracia española no puede aceptarla sin suicidarse y no hay acuerdo sobre qué es lo que debatirían los bandos enfrentados. Uno exige que se cumpla la ley y el otro está fuera de la ley.

Seis. A no olvidar. Se conocen ya detalles del pucherazo perpetrado en el presunto referéndum, la hoja de ruta de los promotores del procès para pescar en la desestabilización social y política generada y el empobrecimiento fatal que espera a una Cataluña independiente. El famoso relato del secesionismo se ha caído a las primeras de cambio.

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