El Partido Popular de Huelva celebró ayer su XV congreso para ratificar a Manuel Andrés González como presidente por otros cuatro años y avalar una remodelación enfocada a recuperar el muchísimo terreno que perdió en las municipales de 2015. El encuentro tuvo todo lo que de este tipo de acontecimientos puede esperar uno: achuchones, discursos optimistas, llamadas a la unidad, apretones de manos, sonrisas profidén y hasta la presencia de Fátima Báñez y Soraya Sáenz de Santamaría como platos fuertes para cerrar el cónclave. (Todo ello en cinco horas que para eso estaban en Islantilla y hacía bueno).

Más allá de todo este folclore, los populares onubenses vivieron ayer una cita que debe ser clave si quieren recuperar las constantes vitales que parecen haber perdido. La sucesión de convocatorias electorales y el lío nacional han tapado durante muchos meses las carencias internas de una formación a la que el tsunami de 2015 dejó más que tocada. A la pérdida de alcaldías en toda la provincia se sumó el caos existente en la capital y una evidente falta de dirección desde los despachos principales de la calle Alonso Sánchez. Al tiempo, la desaparición de la escena de Fátima Báñez, ministra y referente institucional del partido, ha contribuido en este tiempo a ofrecer una imagen de partido roto, desunido y bastante desnortado.

Es por ello que el refuerzo del liderazgo de Manuel Andrés González registrado ayer y los cambios en las vicesecretarías producidos han de verse como una seria intención de recuperar ese espacio perdido y afrontar con garantías el próximo y determinante periodo municipal. En la provincia, los populares han de dar con cargos que pateen el terreno, se reúnan con unos afiliados un tanto huérfanos y busquen nuevos rostros que renueven las futuras listas electorales. El PP debe salir de la excesiva dependencia de las alcaldías ya conseguidas si quiere volver a ostentar mayores responsabilidades institucionales.

Y luego está el tema de la capital. El tremendo lío vivido en esta mitad de mandato municipal, con la salida del portavoz camino de Madrid para apaciguar las revueltas aguas, parece lejos de haberse solucionado. El grupo municipal sigue dando muestras de falta de ímpetu y de ausencia de un proyecto claro. Las tensiones internas parecen haber disminuido, pero no es menos cierto que sigue habiendo picos de fricción más que relevantes. El verano se antoja clave para saber qué pasará en Huelva, quién será el candidato a competirle la Alcaldía a Gabriel Cruz y cuál será la estrategia a trazar para mejorar unos resultados que dejaron sentados de culo a los populares hace ahora dos años.

Manuel Andrés González tiene por tanto ante sí un reto de enorme importancia en su nuevo mandato. De su capacidad para movilizar a los suyos, volver a ilusionarlos y ser capaz de recuperar el voto perdido depende no solo el destino de su partido en la provincia, sino también la posibilidad de mejorar resultados para aupar a Moreno Bonilla a la Junta y reforzar a Rajoy en Madrid ante un eventual (y más que previsible) adelanto electoral. Ardua labor la que le queda.

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