Pilar Marín. Ése es el nombre que tenía guardado bajo siete llaves el PP de Huelva para liderar la candidatura con la que aspira a recuperar la Alcaldía de la ciudad. La decana de Ciencias del Trabajo ha sorprendido a todos al dar el paso al frente para adentrarse en una pelea para reverdecer viejos laureles que se antoja titánica. Manuel Andrés González y su reducido círculo de edecanes han sabido buscar el momento y apuestan a todo o nada con una decisión muy arriesgada. Marín tiene a su favor su condición de independiente, de persona ajena a la vida política, sin pasado ni mochilas que le puedan pesar. Además, el ser la única aspirante femenina de Andalucía le garantiza el respaldo del partido a nivel nacional. Más de un cargo popular vamos a ver por aquí a menudo sabedores de lo que visten estas cuestiones en campaña.

Muy segura dicen que es esta mujer que se plantea abandonar la comodidad universitaria para meterse de lleno en el fango de la primera línea política. Valentía no se le puede negar y ambición tampoco. Dos cualidades determinantes para conseguir algún logro en la vida municipal. Marín encara un desafío mayúsculo, la recuperación no ya del gobierno de la ciudad sino de un mínimo de estrategia y discurso propio en un partido que lleva tres años dando bandazos y mostrando lo peor del cainismo partidista Ha de ser una mujer con mucha determinación. Más que la mostrada por su nuevo presidente provincial, quien sin ningún tipo de pudor ha dejado pudrirse, si no ha echado más leña al fuego, la situación que se vivía en un grupo municipal incapaz de suturar la herida que causó la debacle periquista. A consecuencia de ello, Marín ha de arar con unos compañeros de camino que se saben en su gran mayoría fuera de la próxima lista. (Más allá de Berta Centeno pocos tienen futuro hoy día en el mundo de la gaviota). Este hecho sitúa a la candidata ante un año muy difícil, necesitada de darse a conocer, sin púlpito oficial desde el que hablar y viendo cómo se desarrolla la oposición popular en el pleno sin poder actuar.

Además, habrá de ser capaz de recuperar a la militancia, muy soliviantada en las últimas semanas por la falta de conexión con la dirección del partido. No hay que olvidar que una campaña se basa en el esfuerzo desinteresado de los militantes y no parece que González y los suyos se hayan dedicado a cuidarlos en demasía. Más bien todo lo contrario

Por último, Pilar Marín tendrá enfrente dos contrincantes difíciles. El primero, Ciudadanos, un partido que aún sin candidato tiene unas expectativas magníficas dado el impulso que tienen sus siglas a nivel nacional. Y, por otro lado, Gabriel Cruz. El alcalde transita por un placentero mandato, sin oposición que le tosa y al que ahora comienzan a fraguarle numerosos proyectos.

No va a ser fácil el camino de la aspirante, que deberá demostrar dotes de gran delantero para aprovechar las ocasiones que tenga y cintura para esquivar las zancadillas que va recibir, sobre todo, dentro de su propio partido. Hay que desearle mucha suerte, mucho ánimo y capacidad de abstracción. Bienvenido sea su aire fresco.

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