¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Noticias del precariado

La falta de horizontes laborales y económicos para las generaciones más jóvenes empieza a amenazar al sistema

Pertenecemos a la generación que intentó incorporarse al mercado laboral durante la crisis del post-92. El itinerario era sencillo: uno acababa la carrera, se iba a la Mili, regresaba a su ciudad y se ponía a haraganear en bibliotecas y bares, bebiendo cerveza en exceso, fumando con galán desmayo, leyendo de prestado y metiendo la pata con las ex novias. Poco dinero (como los estudiantes pobres y los soldados de infantería de Cela), una felicidad suicida y un currículum que cabía en una servilleta. Aquello duró poco y pronto llegaron la recuperación económica, los trabajos en los periódicos, el salario, los restaurantes, el vino tinto, la familia y todos esos discretos encantos de la vida. Cierto es que, sin saberlo, ya estábamos construyendo ladrillo a ladrillo el crack de 2008, pero no hay mayor estupefaciente para la conciencia que una cartera llena. Un verano, en la playa de Ondarreta, leímos un artículo sobre algo que se llamaba subprime y todo saltó por los aires. Sin embargo, muchos miembros de aquella quinta del post-92 aguantamos más o menos el tipo, aunque tuvimos que renunciar a algún lujo asiático y volver a las bibliotecas y los bares de cerveza y altramuz.

No les ha ido tan bien a las generaciones posteriores, la famélica legión que engrosa eso que ya se conoce como el precaridado y cuya falta de horizontes laborales y económicos empieza a ser una amenaza para la continuidad de un sistema cuyo éxito, nunca se olvide, no reside tanto en la sagrada ley del mercado como en su capacidad de dotar a las personas de una vida mediocre pero razonablemente placentera (las emociones fuertes corren por cuenta de cada uno). Se está mutilando el futuro de varias generaciones y apenas nos preocupamos de las jeremiadas catalanas. El por qué toda esta bolsa de malestar no ha estallado todavía -más allá del desahogo de plazuela que fue el 15-M- se nos antoja un misterio insondable. Probablemente hay muchas razones: redes de socorro familiar; ropa, comida y viajes muy baratos (Decathlon, Mercadona o Ryanair están haciendo más por las democracias europeas que Patton); ocio digital a gogo; la obsesión runner como desahogo colectivo; una filosofía de vida que no pasa por la procreación y el cuidado de la prole... ¿Pero hasta cuando se podrá mantener a unas generaciones que ya tienen el copete cano en el limbo adolescente del deporte y las series de TV? Sólo hay que hablar con alguno de sus miembros para saber que no por mucho tiempo. La semilla del rencor está sembrada. ¿Quién la desembrará?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios