ORDEN, colocación, primer pase de salida, circulación combinativa de balón, apoyos, concentración defensiva, desahogo de espacios, llegadas al área, saber sufrir, fe, creer, explotar jugadas a pelota parada, no hundirse sino reponerse al primer revés, compromiso, defensa a cuchillo, solidaridad, junta de líneas, manejar el contragolpe cuando se requiere, profesionalidad, etc. En mayor o menor medida, todo ello repartió el Recreativo los anteriores 4 partidos, distintos, pero similares en una cosa: Competir. Competencia como criterio para sobrevivir y para llegar a la permanencia. Sin competitividad no hay triunfo ni reconocimiento social como ha ocurrido esta semana. En fútbol competir, o sea, jugar bien, que no es hacerlo ni bonito ni feo, sino según circunstancia y rival. Como el domingo pero totalmente al revés. Porque a saber con quién nos jugamos el cocido, todos clubes con más pasta, influencias e historial -no historia- que el Decano.

Además del Mallorca, que ya nos ganó una Copa, Valladolid con veintitantas temporadas en Primera. El Betis, que vende como nadie la 'moto' del carisma y la simpatía del 'mundo mundial'. El peso de la leyenda del Athletic, con una afición que casi empuja más que el equipo. Coruña, aún con el tufillo de reciente grande. El Zaragoza posee un plantel cuasi galáctico. En casa Osasuna es casi inexpugnable conforme se acerca el final. Y queda el Murcia. Botado Lucas Alcaraz, Samper recurre al histrión Clemente, no como 'embajador' de un fútbol excelente, sino como 'gurú' de la plantilla y factor mediático dominante del 'otro fútbol' que no se ventila en el campo. Este es el panorama. Requiero amnesia total ya del océano de despropósitos en el Ono Estadi. El pasado nada mueve. Mañana han de vincularse la grada albiazul y sus once jugadores en un partido (se supone) de paciencia y animar en la espera. El Murcia sí es 'nuestro Madrid'. Preparen los corazones, que de esta Liga nadie quiere irse. ¡Uf!