Pocas noticias más reconfortantes como la que conocimos la semana pasada: una mujer había arbitrado el partido de la Bundesliga entre el Werder Bremen y el Hertha de Berlín, el día 9 de septiembre; se trata de la señora Bibiana Steinhauss, pareja del árbitro británico que pitó la final del mundial que ganó la selección española a Holanda en Sudáfrica.

El entrenador del Hertha de Berlín, el húngaro Pal Dardai, dio en la diana con una frase tan corta como contundente y acertada: "El sexo no juega ningún rol, lo que cuenta es el desempeño". A ver si aprenden las empresas de esto que nos enseña el fútbol alemán y dejan de discriminar no sólo salarialmente sino también en el desempeño a las mujeres y saben diferenciar su talento, especialmente el directivo.

Pero qué pena lo poco, poquísimo, que se han hecho eco los medios de comunicación españoles, quizá porque hay escenarios en los que no conviene retratarse porque se nos ven las vergüenzas de país atrasado.

Pero por algo se empieza y feliz bienvenida a esta primera vez, aunque haya sido en Alemania, país donde es habitual que mujeres arbitren partidos masculinos de categorías inferiores a la Bundesliga, dicho sea de paso. Aquí ni por asomo, como en tantas y tantas cosas.

Pero ¡ojo! En un mundo ya globalizado las culturas locales ceden paso a velocidad de vértigo al escenario global. Ello implica que la reivindicación femenina en términos globales ya no puede excusarse en la cultura local dominante. Ampararse en la tradición, último peldaño de la excusa, es inaceptable.

"No se puede vivir toda la vida con un idiota" escuché una vez en una conferencia, a lo que añado: "A no ser que la otra también lo sea". Lo cual también es válido a la inversa. Pero la derivada cultural cada vez es argumento menos excusable, dado el acceso al conocimiento, hoy tan globalizado.

Pero esto no es Alemania y no sólo en relación a un tema tan injusto que debería avergonzarnos a los hombres más y a las mujeres menos, pero también en su medida, pues nuestras féminas cada vez tienen menos excusas para ampararse en lo cultural local. El mundo ya está globalizado y ello las desampara del discurso habitual reivindicativo.

Y sí, sí hay culturas más avanzadas y otras menos respecto a determinados asuntos, sin que ello implique superioridad de unas culturas sobre otras, pero es evidente que aquí nos queda un largo trecho por recorrer en la igualdad de sexos.

Cuando oyes algunas conversaciones de terraza o barra de bar que no puedes evitar, te echarías las manos a la cabeza, como la que un día escuché por estas latitudes a un hombre decirle a su mujer sobre su libertad de hacer topless en la playa, cuando el marido le espetó a su esposa: "A ti no te pega eso". ¿Se puede ser más cateto?

Pues eso.

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