Mezquinos

¿Por qué se empeñan en resaltar la unidad de acción cuando es notoria la falsedad de tal aserto?

Conforme van sucediéndose los años de la propia vida - y que sean con la mejor salud posible- vas teniendo más y mejores perspectivas para reflexionar sobre la trayectoria evolutiva de los distintos momentos sociales en que te tocó vivir y desarrollarte.

Debo decir, a fuer de ser honesto al menos conmigo mismo, que, dentro del progreso universal, reconocido y reconocible, hay que tener un nivel de autoestima mínimo para no terminar cayendo en la depresión y más en los momentos de crisis y dificultades, sean del propio entorno o de la sociedad en general.

Ciertamente, salvo para los profesionales del relativismo constante, los oportunistas o los irresponsables, por tanto, ajenos al esfuerzo, al sacrificio, negadores del dolor, la incomodidad y la entrega orientada al bien general, nunca pasa nada. El eufemismo impera en su discurso para camuflar la auténtica realidad de los hechos. Todo vale para llamar a las cosas por su nombre y que, en consecuencia, no se puedan señalar y exigir responsabilidades sobre lo acontecido. Lamentablemente, mucho de esto lo estamos viendo con motivo del atentado de las Ramblas y lo avala el axioma de que los "pueblos tienen los políticos que se merecen". Se está llegando a tal nivel de mezquindad que se intentan buscar hasta justificaciones del porqué del atentado -¡qué culpa de nada tenía cualquier paseante por el lugar de la barbarie!- más allá del odio global de los asesinos. ¿Cómo se puede discriminar, en función de objetivos políticos, la condición de víctimas que son compatriotas? ¿Por qué se empeñan unos y otros en resaltar la unidad de acción cuando es notoria la falsedad de tal aserto avalada por la queja de los sindicatos policiales o el afán de demostrar autosuficiencia de gestión por parte de la Generalitat? La mezquinad absoluta de pretender ningunear a la Jefatura del Estado, aprovechar la coyuntura de un Gobierno acomplejado incapaz de asumir el protagonismo que le corresponde… podríamos seguir y seguir, pero la conclusión me resulta obvia.

Somos un país decadente, acomodado, asustado y con tales debilidades que como se conocía históricamente, "…ninguna cultura es invadida por otra, si la primera no se destruye a sí misma…". En estas estamos y ello lo saben los adversarios, como que los primeros en huir serán los grandes mezquinos de hoy.

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