Luz, más luz!", fueron las últimas palabras del poeta, novelista y dramaturgo Johann Wolfgang Goethe en su lecho de muerte. La luz es la primigenia fuerza que iluminó la Creación. Las distintas culturas la han venerado como poder imprescindible de todo progreso, de toda innovación científica y signo supremo de transformación universal. Puede parecer todo esto un inicio pretencioso de lo que en el fondo no es más que una reiteración de una exigencia que viene repitiéndose en el tiempo sin encontrar, como tantas otras cosas en Huelva -"la gran olvidada", la FOE dixit-, respuestas favorables y los impulsos económicos necesarios.

Pero esto no puede desviar nuestra atención de unas evidencias locales que requieren de soluciones municipales e inmediatas: Las prioridades vecinales, los problemas de las barriadas, las deficiencias urbanas, la falta de limpieza en calles, plazas y avenidas, a lo que no contribuye la mayoría de las veces una ciudadanía no muy cuidadosa en ese aspecto y a lo que se han unido en estos días unas arterias -especialmente las más céntricas- sembradas de la cera de las procesiones -lo que podría evitarse aplicándoles tulipas a los cirios como se hace en otras ciudades - y cuyo tránsito por ellas se hace peligroso, el deficiente ajuste de las tapas de los numerosos registros que provoca ruidos espantosos al pasar los coches y en fin una larga lista de necesidades más o menos inminentes.

Pero lo que demandamos ahora es luz, más luz. Cuando se circula de noche por la tenebrosa autovía H-30 y sus vías de servicio, especialmente por los tramos más frecuentados -en muchos casos por urgente y desafortunada necesidad-, en el entorno de los hospitales y los tanatorios, carentes de iluminación, aunque cuenten con las instalaciones necesarias, es fácil advertir el evidente peligro. A la nueva reclamación por parte del Grupo Municipal Socialista, reiterada por tercera vez a la Subdelegación del Gobierno para elevarla al Ministerio de Fomento, se ha sumado acertadamente el Partido Popular. Es inadmisible que las luminarias permanezcan apagadas porque no circulan más de 80.000 vehículos al día.

La evidencia de una realidad económica según los presupuestos recientemente presentados, con una inclinación necesariamente social por encima de las inversiones en materia de comunicación e infraestructuras, con favores generosos para la autonomía vasca, cuyos mandatarios rechazan su apoyo aunque se lleven la mejor parte con ese absurdo pretexto del 155, justamente impuesto en Cataluña, que es otro de sus inveterados y odiosos chantajes, poco cabe esperar de las aspiraciones, de las urgentes necesidades onubenses siempre ignoradas y postergadas. La luz es una de ellas, entre tantas. Ahora que tan de moda se ha puesto el verbo visibilizar, aquí todo resulta bastante invisible. Es el caso de las carreteras: pocas y a oscuras.

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