Siempre consideré a José María Padilla Valencia, ante todo y sobre todo, un poeta. Es noble, muy digna y valiente su dedicación en tiempos en que se lee poco, la poesía menos y el verso religioso, su más prestigiosa consagración, tiene muy escasos lectores. Ello aumenta considerablemente mi admiración por él. En su amplia labor como escritor y sacerdote, de intensa actividad en su misión eclesiástica, pastoral y docente, ejercida a diario, doctor cum laude en Filología Hispánica, académico de la Norteamericana de la Lengua Española y de la Iberoamericana de La Rábida, presidente de la Fundación Cultural Odón Betanzos Palacios (de quien ha tratado en diversas publicaciones), entre otros títulos, es autor de 70 libros, tiene inédita una cuantiosa obra en prosa y en verso y diversos trabajos en preparación, entre ellos El cancionero y romancero de ausencias de Miguel Hernández -ahora se cumplen 75 años de su muerte-, del que es especialista y al que ya dedicó uno de sus textos.

"El camino de la gloria es la pasión: el camino de la resurrección es la cruz", dice uno de los prefacios de la misa y de esa "convicción profunda" surge Letanías de la Resurrección, de José María Padilla Valencia. Así lo destaca su compañero y amigo, Víctor Manuel Bermúdez, licenciado en Teología Bíblica y profesor del Seminario Diocesano de Huelva, que escribe el prólogo y distingue las dos partes de que consta el libro: "En la primera, el autor describe el hecho de la resurrección de Jesús" y la segunda consiste "en unas largas y preciosas letanías, de las más variadas formas, el triunfo definitivo del Resucitado y la derrota del último enemigo: la muerte". El prologuista señala y así lo advierte el lector la visión del genuino tono bíblico de las expresiones que iluminan esta especie de "himno de la alegría" que a la vez inspiran la meditación y la plegaria.

En el júbilo de la Resurrección que vivimos, este libro de José María Padilla constituye el más preciado regalo de la Pascua Florida. Recobra la vieja tradición de la letanía, uno de los más antiguos modos de orar y su rezo celebra el triunfo sobre la muerte "Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón", de la carta de Pablo a los corintios. Con ellas el autor nos acerca vivamente "al misterio, a la realidad gozosa de la Resurrección de Jesús". Cualquiera de las invocaciones es hermosa, sincera y trascedente: "Fuego purificador… Dulzor de sonrisas… Puerta abierta de par en par para vivir en plenitud la misma vida de Dios". Un libro para leer y releer. Para tenerlo cerca, abrirlo por cualquiera de sus páginas y alumbrar la mente con el resplandor vivificante del "verbo de la vida", de la luz inmensa de sus "fervientes anhelos, de nueva y eterna primavera".

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