Lamentable situación

Bastantes problemas tiene ya el Rey como para que su propia esposa le ponga palos en las ruedas

En estos días convulsos por la masterización madrileña, la detención y liberación de Puchi, el síndrome tassotti de Luis Enrique y la queja arbitral hacia un español - un año después - de Pepe Hucha tras el repaso por los amigos del: "Nunca estarás solo", me dispongo a reflexionar, sin clasismo alguno, como defiende algún hagiógrafo, sobre la actitud poco cortés, si queremos ser benévolos, de la reina Leticia. Miren, amigos lectores, cuánta gente conocen, especialmente jóvenes, que se ven obligados a trabajar en actividades diferentes para las que se prepararon y que por servidumbres de su actividad - a veces, superando su hartazgo - han de ejercerla con rotunda profesionalidad.

Pues bien, señora Leticia, usted en su ámbito privado y familiar tiene, como todos, libertad de ejercicio, pero su cargo, de especial responsabilidad, aunque sea desde la condición de consorte y libremente aceptada, tiene obligación institucional de ejercerlo con exquisita profesionalidad, valga el término.

Bastantes problemas tiene ya el Rey, entre otros, volver a prestigiar la Monarquía como para que su propia esposa le ponga palos en las ruedas por una más o menos oportuna fotografía de la abuela, la Reina Emérita con sus nietas, no se le olvide, la mayor, Princesa de Asturias.

En consecuencia, tenga la inteligencia suficiente para distinguir maternidad y vigilancia educacional familiar con obligación y formación en el servicio a España inherente al rango que constitucionalmente les corresponde.

Me gustaría, sin pretender señalar a nadie, cómo serían algunas opiniones sobre su acción, si no fuera periodista. Como tampoco es justo repartir en el mismo punto la tensión del momento fotográfico, no fue la abuela sino su obstrucción la que tensó la situación. Por cierto, me pregunto ¿qué pensarán otros abuelos españoles de su actitud? Esos mayores que lo dieron todo por este país y que en los tiempos de crisis han sostenido a muchas familias y resultan apasionantes para sus nietos al ver como la Reina se contrapone en esa relación públicamente. Ciertamente, lamentable y revelador de todo un mal estilo. De la ausencia de la Princesa en el funeral de El Escorial, mejor no hablar. Los intentos de justificación no ayudarán a minimizar la cuestión.

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