El decreto ley que ha presentado el PP respecto a la consideración ilegal del monopolio de las Sagep en fijar las condiciones laborales de los estibadores, a los efectos de cumplir la normativa comunitaria no es justa, pero sí coherente respecto a nuestra vinculación a la UE. El rechazo de la Cámara Baja acredita una vez más que a nuestros partidos les importa por encima de todo satisfacer sus propios intereses.

El PP hubiera hecho lo mismo si estuviera en la oposición. De los socialistas y Podemos no cabe esperar más. De Ciudadanos cabe decir que se equivoca de cabo a rabo, pues aunque tiene razones para no fiarse de Rajoy y por extensión del PP, no debe usarlo como argumento para pasarle factura, no tanto al PP como al conjunto del país, aprovechando el conflicto de la estiba. Si Rivera no tiene visión de luces cortas para saber separar su razonable decepción con el PP respecto al conflicto de la estiba, ya me dirán ustedes.

La corta visión de Rivera confirma que estamos ante un político corto de talento y escaso recorrido en espacios y tiempos exigentes; otra cosa es que en el entorno de mediocridad general, destaque su frescura que solo es una pose, pero no hay nivel.

Del caínismo de nuestra clase política no se salva nadie. De la solvencia profesional muy pocos.

No es verdad, como señalaba Pilar Cernuda en este mismo periódico, que el Puerto de Tánger pueda suplantar al de Algeciras, por una razón obvia; lo que llega y sale del país por mar, se hace desde nuestros puertos. Ahora bien, los estibadores deberían ser prudentes y cuidadosos, porque en el mercado son las empresas quienes fijan los costes. La UE, es un club liberal al servicio de las multinacionales que actúa como su garante.

Los estibadores no podrán ganar esta batalla. Sus privilegios de sindicato vertical ya no son posibles en este mundo en el que la comparación se ha convertido en argumento para que ganen siempre los mismos.

La estiba representa el 51% de los costes de manipulación de mercancía en un puerto. Un suculento pastel en manos de multinacionales a la que la UE protege.

Los estibadores llevan tiempo perdiendo la razón en un punto, y no porque ganen mucho. Seguramente nadie les regala nada, pero su sentido vertical y cerrado no es la mejor forma de sostener sus privilegiados puestos de trabajo en el largo plazo; estrategia equivocada.

No podrán ganar y la consecuencia colateral de liberalizar será abaratar la estiba para que siempre, siempre, ganen las empresas en detrimento de los trabajadores. Este es el liberalismo de la UE, que pone como excusa el beneficio del mercado.

Los privilegios no necesariamente son perniciosos. Lo que los hace intolerables e inviables son los modos de mantenerlos; y claro, el club lo aprovecha.

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