Imposible

La presión internacional no ha sido efectiva en Cuba, como no lo será en Venezuela

Para hoy había pensado escribir un artículo propio del día. Estaba dándole vueltas al magín a ver qué hilvanaba para que fuera ligero, suave, algodonoso, blandito, refrescante, pero nada me salía. Créanme si les digo que si me esfuerzo lo consigo: un artículo que no diga nada, que sea leve para empezar las vacaciones. Pero no puedo. Los que me conocen saben que mi señor don Quijote entró en mi vida muy pronto y allá fue que me dejó su impronta en esa edad en la que lo que aprendes, para mal o para bien, es para toda la vida. Y es que mis amigos, familiares y conocidos de Venezuela no me perdonarían que en estos momentos, en que su patria se juega la mismísima existencia, yo me pusiera a hacer un artículo sobre el calor que hace y lo fresquito que se está en la playa de Mazagón. Más de cien venezolanos, muchos de ellos jóvenes, han dejado sus vidas en la calles. Diez más ayer en la fracasada jornada electoral. Han regado con su sangre el suelo patrio a manos de la fuerza tiránica que quiere convertir la nación en una dictadura comunista. ¡A estas alturas! Cuando cien millones de asesinados en el siglo XX por la peor plaga que ha sufrido la humanidad, la comunista soviética, aún no descansan en paz en sus tumbas, porque la bestia ha sido dominada, en Venezuela se pretende revivirla.

Me manda un amigo periodista un esquema de la Constitución que el sátrapa de Maduro quiere sacar adelante y lo primero que piensas es que tu amigo ha hecho un montaje fotográfico para calentar tu adrenalina. No te lo puedes creer. Un resumen de esta constitución comunista está circulando por guasap. El tirano quiere perpetuarse y piensa que es posible. Y una de las consideraciones que el dictador se hace es que sojuzgar al pueblo, matarlo de hambre o a tiros le puede salir barato, cuando no gratis. Él mira a Cuba, su madre progenitora, y ve que allí sigue la feroz tiranía como si cualquier cosa. Millones de exiliados, decenas de miles de opositores asesinados y miles de presos políticos amontonados en lupanares, llamados cárceles, no han conseguido que la humanidad libre haya podido acabar con ese estado de cosas. Y es que la presión internacional no ha sido efectiva en Cuba, como no lo será en Venezuela, porque en las democracias occidentales se mueven partidos, organizaciones, prensa y televisión a los cuales les hace mucha gracia eso de que haya países en los que se mate a la gente de hambre o a tiros si se hace en nombre de algo tan simpático y progresista como el comunismo. Lean, miren y oigan a su alrededor, ¿verdad que sí?

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